ÁNGEL HIPÓLITO GABRIEL GARCÍA
Sacristán en el pueblo de Hescas (Toledo)
 Nació en Huecas el 22 de agosto de 1913. Hijo de Julián y Felicitas. Era el tercer hijo de 8 hermanos. De familia muy cristiana. Su padre regentaba un estanco; fue concejal en distintas corporaciones desde el año 1920 a 1936; juez municipal en 1924, 1928 y de 1934 a 1941; y sacristán de la parroquia de Huecas de 1902 a 1906 y de 1917 hasta su muerte en 1966.

Los datos que conservamos los recoge Moreno Nieto en sus obras: “Los mártires seglares de 1936 en Toledo” (Toledo, 1998 - pág.46) y en “Mártires de Toledo” (Toledo, 1942 - pág. 158). Aunque agradecemos al historiador huecano Roberto Félix García su interés en completar este relato.

Ángel Gabriel García, de 23 años de edad, era sacristán. Al iniciarse el Movimiento, alguien le insinuó la conveniencia de servir en filas rojas. La negativa fue rotunda: -Antes de servir a los enemigos de Dios y de mi Patria, prefiero la muerte.

Desde que pronunció esta frase su muerte estaba decretada. El día 26 de agosto fue sacado a viva fuerza de su domicilio y traído a Toledo, siendo asesinado a la puerta del domicilio de Acción Popular, a cuyo partido pertenecía. Cuando venía conducido a nuestra ciudad, los sicarios que le conducían le hicieron cantarse sus propios funerales ante la iglesia del pueblo de Villamiel.

Ángel Gabriel pertenecía al sindicato obrero católico Acción Obrerista. En “El Castellano” del 10 de diciembre de 1934 leemos en una entrevista a Dimas de Madariaga cuando se le pregunta que función aspira a desempeñar Acción Obrerista en España: “-Acción Obrerista es un partido político-social que aspira a ir unido con las demás fuerzas de derechas en todo lo que sea defensa de los principios fundamentales de la civilización cristiana…”.

A las 14 h del 26 de agosto de 1936 una camioneta de las milicias de Toledo, procedente de Portillo y Fuensalida previamente, llega a Huecas con la intención de hacer una saca de 9 personas anotadas en una lista, entre los que se encuentran: Ángel Gabriel, Aurelio Díaz, Arturo Sánchez, Carmelo Lorente y Ezequiel Morales para que prestaran declaración ante el Comité de la Capital. Ángel es sacado de su casa y conducido ante el Comité Local. Las gestiones del alcalde, Lucio Escobar, y el socialista Paulino Félix consiguen rescatar del grupo a Carmelo, Ezequiel y Arturo que son llevados de uno en uno hasta sus domicilios. Al volver a por Ángel y Aurelio se encuentran que habían sido obligados a subir a la camioneta y con la amenaza del “sargento que mandaba la fuerza” de hacer fuego. 
 
El cadáver de Ángel fue enterrado en el tramo 42 y en el año 1944 sus restos fueron trasladados al Mausoleo de los mártires del cementerio de Toledo.