MARIANO GÁLVEZ PÉREZ
Padre de familia

A las dos de la madrugada del 25 de julio de 1936, en la casa de la familia Gálvez Martín-Cleto, en los números 7 y 8 de la plaza de Zocodover, situada muy cerca del Alcázar, por efecto quizá de la onda explosiva de una granada, murió la hija más pequeña.

Al día siguiente, don Mariano Gálvez Pérez (que había nacido el 12 de diciembre de 1881 y que siendo agente de negocios, trabajaba como empleado de la Diputación Provincial) salió a buscar un féretro y a solicitar permiso del Ayuntamiento para enterrar a la niña. Al salir le esperaban en la plaza un grupo de milicianos que se le echaron encima diciéndole:

 -Quedas detenido por orden del partido comunista.

 Les contó la situación en que se encontraba:

 -Dejadme enterrar a mi hija y después hacedme lo que queráis.

 -¡Estas cosas se hacen en caliente! ¿Qué más te da? ¿No crees tú en eso de “la gloria”? Pues allí la verás...

 No volvió a ver a su familia que le esperaba con todo dispuesto para el traslado del cadáver. A las doce de la mañana le fusilaron en las cercanías del Cerro de la Virgen de Gracia de Toledo.

 Mientras tanto, unos milicianos entraron en su casa con el objeto de registrar y levantar unos parapetos en los balcones del piso superior para tirar a los del Alcázar. En la casa estaban los dos hijos mayores: Luis Gálvez Martín-Cleto (que había nacido el 3 de febrero de 1915, trabajaba como dependiente de comercio y era propagandista de la Juventud de Acción Católica) y Mariano Gálvez Martín-Cleto (que había nacido el 18 de julio de 1913, era presidente de la Juventud Tradicionalista de Toledo y secretario de la Juventud de la Acción Católica).

Al verlos quisieron llevárselos, pero la madre que estaba enferma, con lágrimas en los ojos, condujo a los milicianos hasta el rincón de una habitación interior donde yacía el cuerpo de su hija.

Pudo más en aquella ocasión la impresión que les causó aquel cuadro de dolor intenso y se ofrecieron ellos mismos a llevar el cadáver de la joven hasta la clínica del doctor Arroba, cosa que efectivamente cumplieron.

 Antes de marcharse, conminaron a los dos hermanos de la siguiente manera:

 -Lo mejor que podéis hacer si queréis librar “la pelleja” es presentaros a las tropas leales y luchar con nosotros.

 Un apunte: en el libro-registro del Cementerio de Nuestra Señora del Sagrario, que se conserva en el Ayuntamiento de Toledo, podemos leer en el último cadáver que entró el 26 de julio de 1936: “Hija de Mariano Gálvez (Mª Luisa Gálvez). 17 años. Asistolia”. La asistolia se define en medicina como la ausencia completa de actividad eléctrica en el miocardio.

 Su madre, ahogada por la pena por un lado, impresionada por otro ante la posibilidad de que sus hijos fueran arrastrados a luchar contra el Alcázar tras de cuyos muros se encontraba su otro hijo Emilio, sufrió un fuerte colapso.

 Mariano salió entonces en busca de socorro y Luis en busca de su padre que no volvía. Mariano regresó en seguida con un coche en el que marcharon camino del Puente de San Martín. Allí le hicieron bajar sin hacer caso de las súplicas de su madre, ya vuelta en sí, y lo llevaron hacia la Puerta del Cambrón. Cerca del Salobre se encontró con Luis, que seguía la pista de su padre, fusilado esa misma mañana del 26 de julio de 1936.

 -No te preocupes, hermano, mamá está bien, le dijo al tiempo que se abrazaban fuertemente.

 En aquel instante, los dos hermanos, unidos y con los brazos entrelazados, en íntima comunicación de espíritus y anhelos, ofrecían un solo blanco que rápidamente aprovecharon los milicianos para descargar sus fusiles. A unos metros de la cuneta de la carretera, cerca de la fuente, cayeron juntos.