AMBROSIO GÓMEZ ZALABARDO
Miembro de Acción Católica de Mora (Toledo)

Impresiona, o mejor sobrecoge, al visitante, sea practicante o mero turista perdido por entre las capillas de la Iglesia parroquial de Nuestra Señora de Altagracia de Mora de Toledo, la llamada Capilla de los Mártires, que existe en muchas de nuestras iglesias de La Mancha. Impresiona la lectura de tantos nombres escritos en los nichos que se elevan en camino hacia el cielo, en la dirección que de lo natural eleva a lo sobrenatural. Son muchos, más de diez, los que forman el numeroso grupo de Siervos de Dios que pertenecen a este Proceso de “mártires de la persecución religiosa”.

Ya en la nave principal de la parroquia se encuentra el sepulcro del Siervo de Dios Agrícola Rodríguez García de los Huertos, párroco de Mora cuando estalla la guerra y que fue asesinado, como primicia de todos los frutos de santidad y de martirio que vendrían de estas tierras, el 21 de julio de 1936. A punto de anunciarse la fecha de su pronta beatificación, seguimos recorriendo en nuestras páginas el testimonio de los que por Cristo y la Iglesia entregaron sus vidas sin miramientos.

Fue en el año 1957 cuando Alejandro Fernández Pombo publicaba un librito titulado “25 años de Juventud. Crónica de los Jóvenes de la Acción Católica de Mora de Toledo”. En él se narran los inicios de la Acción Católica en Mora de Toledo desde que abriese sus puertas en 1932 para los jóvenes (chicos y chicas) morachos.

"El año 1932 era el segundo de la República. Ya había dado tiempo a que los que esperaban una República con curas y con orden, y como tal la saludaron alborozados el 14 de abril, se diesen cuenta que la realidad era bien distinta. El Gobierno “permitía” quemar las iglesias y los conventos, quitaba los crucifijos de las escuelas y declaraba oficialmente que España no era católica. Claro que esto hacía frotarse a muchos las manos de gusto. A los que por detrás de la escarapela tricolor se les veía el pañuelo rojo: el comunismo se descubría cada vez más la cara… Ir a la Iglesia empezaba a ser un acto de valentía, y confesarse católico, un alarde peligroso…

Había personas que conservaban sano el corazón. Había también jóvenes que ponían las virtudes de su edad al servicio de una empresa maravillosa y, por lo mismo difícil: el Reino de Cristo en las almas y en España…

Entre estos jóvenes estaban aquellos de quienes vamos a hablar en esta crónica… Sin ellos todo hubiera sido muy diferente”.

Entre los primeros destaca el Siervo de Dios Ambrosio Gómez Zabalardo. Fue uno de los fundadores del Centro juvenil de la Acción Católica en Mora y a ella se había entregado con todo su entusiasmo.

Había nacido en Mora el 28 de enero de 1910. Tuvo tres hermanos Julián, Vicenta y Cándida. Tras realizar la carrera de Farmacia, ejercía en su propio pueblo. En su rebotica se trataba muchas veces de medios de apostolado y de temas de espiritualidad. Los testigos le recuerdan como un hombre caritativo y de intensa vida espiritual. “Quién le conoció dice que su virtud más destacada era la caridad”. Nunca encontraba defectos en sus prójimos.

Cuando estalla la guerra civil fue detenido a los pocos días, exactamente el 21 de julio, y enseguida fue liberado. Pero meses más tarde, el 30 de octubre de 1936, cuando iba a visitar a su novia, fue interceptado por las milicias que le acusaron de llevar una pistola… él se desabrochó su camisa y mostrando su escapulario, les dijo: - Ésta es y ha sido siempre mi única arma. Esa misma tarde, hacia las siete, era vilmente asesinado en el Puerto de Manzaneque. Tenía 26 años de edad.