PEDRO MARÍA PERALES SALVAT
Miembro de Acción Católica
La Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) tiene su origen en un grupo de congregantes marianos que reúne el 4 de noviembre de 1908 el jesuita padre Ángel Ayala a petición de monseñor Vico, Nuncio de Su Santidad en España. El deseo que había manifestado el Nuncio al padre Ayala era la fundación de la Juventud Católica Española. Se trataba de despertar al adormecido catolicismo español de principios del siglo XX. No había unos fines claros y un camino trazado, pero sí una disposición resumida por la frase del propio padre Ayala: “vamos a ver lo que Dios quiere de nosotros”. El método sí estaba claro: los famosos mítines de propaganda católica; para ello solo era necesario jóvenes de espíritu fuerte, dotados de aptitudes y dispuestos a recorrerse toda la geografía española.
 

Enseguida se ve la necesidad de un periódico como faro guía de todo el activismo generado por el nuevo grupo y el 1 de noviembre de 1911 se inicia, bajo la dirección de Ángel Herrera, la nueva etapa de “El Debate” y se funda la Editorial Católica, que tanta importancia iba a tener en el mundo de la comunicación en los años venideros.

Desde sus orígenes, la ACdP apoya a la Confederación Nacional Católico Agraria. Todo ello bajo el impulso de la encíclica “Rerum Novarum”. Pronto preocupa también el ámbito de la enseñanza; en 1918, se funda la Oficina Informativa de la Enseñanza y, en 1920, el propagandista Fernando Martín Sánchez funda la Confederación Nacional de Estudiantes Católicos.

En estas fechas empiezan a organizarse otro tipo de actividades que han sido una constante, hasta nuestros días, en la vida de la Asociación: se trata de conferencias sobre temas de actualidad abiertas al público, en las que los máximos representantes del pensamiento católico español exponen sus criterios.

Durante la II República se intensifica la actividad política de los propagandistas. En 1931, ante los acontecimiento acaecidos en España, la ACdP se implica en la creación de Acción Nacional, que, luego, pasa a llamarse Acción Popular y cuyo líder principal fue el propagandista salmantino José María Gil-Robles.

El periodo iniciado el 18 de julio de 1936 supone un importante quebranto, tanto material como de vidas humanas, para la ACdP. Más de 80 propagandistas son asesinados por sus creencias religiosas, entre ellos el propio Secretario General de la Asociación y del CEU, Beato Luis Campos Górriz , hoy en los altares (la información completa la podéis encontrar en www.acdp.es)

La presencia en Toledo de la Asociación de Propagandista se remonta al año 1931, momento en el que existía una correspondencia asociativa en la ciudad con un aspirante. Tres años después, en 1934, ya se había constituido un núcleo de propagandistas. Tristemente, este pequeño grupo de socios fue prácticamente aniquilado en los primeros momentos de la Guerra Civil. Entre los asesinados estaba el Beato Ricardo Pla Espí, consiliario del Centro de Toledo de la ACP.

El mismo mes en que estallaría la guerra y sufriría el martirio se dirige en un retiro a los propagandistas. Era el 5 de julio de 1936 y les decía:

“Meditemos en la caída o pecado de san Pedro; a) quién es el que cae; b) cómo: a la voz de una criada; c) porqué: tibieza y abandono de la oración. Lo mismo nos puede ocurrir a nosotros si no estamos llenos de la gracia de Cristo Jesús. Somos propagandistas de la fe, la suprema dignidad es dar a conocer el Evangelio a los demás, vivimos tiempos muy difíciles para toda la Iglesia, no podemos callar, no debemos parar de trabajar, a pesar de todo lo que está ocurriendo en nuestro pueblo. Amemos a Cristo con humildad y entrega y pasaremos a realizar los prodigios del apostolado”.

A don Ricardo Pla el Espíritu Santo le concedió la fortaleza necesaria para ofrecer su sangre por Cristo, a la caída de la tarde de aquel 30 de julio de 1936, en la Ciudad Imperial, donde ejercía un fecundo apostolado.

El tercero que aparece en la lista es don Pedro Mª Perales Salvat, fundador en 1918 del Centro de propagandistas de Zaragoza, por lo que su causa de canonización está abierta en la Archidiócesis de Zaragoza. Cuando estalla la guerra era Director de la Caja Regional de Previsión Social de Castilla la Nueva en la ciudad Imperial. Secretario del Centro de Toledo, fue asesinado el 25 de julio de 1936.