ALEJANDRO MANTEROLA ODRIOZOLA
Administrativo

 

Natural de Villasana de Mena (Burgos), nació el 12 de abril de 1908. Vivió en Sopeñano de Mena hasta los 18 años, trasladándose entonces a Talavera de la Reina, (Toledo), para vivir con su hermana Irene. Ejerció de dependiente en los almacenes de La Paz, propiedad de sus familiares en Talavera y, estudiando por correspondencia, principalmente, se especializó en matemáticas y contabilidad en general. Más tarde fue empleado de administrativo de los almacenes Moro y compañía de muebles, hierro y ferretería. Casado con María Planchuelo, tuvo dos hijos.

Hombre de intensa piedad. Iba todos los días a Misa en alguna de las iglesias del centro de la ciudad. Pertenecía a la Acción Católica.

Tras las elecciones de febrero de 1936, Alejandro no quiso hacer caso de los consejos que le dieron sus familiares y amigos para que abandonara Talavera debido a su significación religiosa. El 25 de julio, Alejandro, que tenía tan sólo 28 años, fue apresado, esposado y conducido violentamente por las milicias marxistas. Su mujer todos los días se acercaba a la cárcel para llevarle la comida. Le intentó dejar el rosario y un misal, pero se lo requisaron.

Se sabe que los milicianos, durante algún registro, se habían hecho con una lista de todos los afiliados de la Acción Católica, entre los que se encontraba entre los primeros Alejandro.

Finalmente, el 3 de agosto, sobre las once y media de la noche Alejandro, junto a tres presos más (Miguel Olmedo, Victoriano Álamo y Tirso del Camino) fueron conducidos en una camioneta militar al puente denominado de Silos, sobre el río Tajo, en la carretera que va a Alcaudete de la Jara (Toledo), dándoles muerte en la madrugada del 4 de agosto. Según declaraciones de quienes colaboraron en el asesinato declaran que el pelotón de fusilamiento les había disparado primero a las piernas para que pidieran perdón de rodillas, posteriormente disparaban al cuerpo y, luego,  un oficial de las “brigadas internacionales”, les remataba con un tiro de gracia, arrojándoles después al mencionado río. No pudieron recuperarse los cuerpos.

Los testigos afirman que Alejandro ratificó su condición de católico y solicitó a los soldados un crucifijo para besarlo antes de morir, petición que como era lógico le fue denegada.