HERMINIA SÁNCHEZ MORALEDA 
Hija de María

Don Epifanio Sánchez del Pozo, natural de Rueda (Valladolid) y doña Felipa Moraleda, de la localidad toledana de Turleque, fueron los padres de Herminia que nació un 25 de abril de 1901 en Turleque (Toledo). Su padre era el veterinario del pueblo. Felipa muere al dar a luz a Francisco, el cuarto de sus hijos. Después de estar confiada durante unos años a su abuela, Herminia tiene que hacerse cargo a temprana edad de la casa, de sus tres hermanos varones y de su padre.
El 29 de septiembre de 1922 se casó con Nicolás Mora Palmero, de oficio carpintero. Al mes de nacer su tercer hijo, fallece su esposo. Su vida estuvo marcada por la austeridad, el sacrificio y el dolor: huérfana de madre a los tres años, viuda a los siete años de su matrimonio... y asesinada con tan solo 36 años de edad dejando a tres niños pequeños.
Herminia había sido educada en la fe católica, en la caridad y el sacrificio, tenía una vocación muy especial a la advocación de la Virgen del Rosario (la imagen original como tantas otras en tantos lugares desapareció víctima de las llamas); ejercía caridad con los necesitados... también pertenecía a las Hijas de María.
Los hechos que recordábamos en el número anterior sucedieron al final del año 1936. El 4 de diciembre, después de haber sido detenido el párroco, el Siervo de Dios Sebastián Gálvez, fueron en su busca.
Era sobre mediodía cuando se presentaron en casa de Herminia un escopetero del pueblo y un miliciano. El miliciano, según se ha podido saber era un capitán de milicias, empleado temporero de la Sección de Estadística del Ayuntamiento de Madrid, cuya madre era la maestra de Turleque y que, por este motivo, acudía con alguna frecuencia al pueblo.

Los testigos recuerdan que cuando salió detenida de su casa iba tomada de la mano de su hijo Lucio de 10 años. Madre e hijo caminaron juntos hasta la Plaza del Ayuntamiento, allí el miliciano apartó al niño de un fuerte culatazo en la cabeza... desde el suelo Lucio, impotente, sólo vio cómo se la llevaban. En el coche estaba ya el párroco.
Se dirigieron rumbo a Mora de Toledo. Pero en el kilómetro 38 de la carretera comarcal Toledo-Madridejos, en dirección a Manzaneque (Toledo) fue asesinado de forma cruel don Sebastián Gálvez. Al llegar a Mora, Herminia fue recluida en una vieja prisión.
Según los testigos, en la cárcel la maltratan, ultrajan y las gentes sólo oirían gritos y lamentos sin atreverse a asomar la cabeza por miedo; no pudieron verla, sí oírla... En prisión estuvo por lo menos hasta la Víspera de la Inmaculada ya que conservamos una nota escrita desde prisión en la que exhorta a sus hijos a ser buenos y pide ropa limpia.
Ese día realizaron un recorrido que les llevaría a concluir su macabro viaje en Espinoso del Rey (Toledo). Era el 9 de diciembre de 1936. El desgaste físico había sido tal que en este pueblo le dieron muerte.