FRANCISCO FERNÁNDEZ MARTÍN
 Capellán del Hospital provincial de San Servando (Toledo)
 

Con la precisión de las crónicas antiguas el periódico ABC, con fecha del 21 de enero de 1933, da noticia de la inauguración del nuevo emplazamiento del Hospital Provincial de Toledo. Sucedió el día anterior cuando “a las cuatro menos cuarto llegaron el presidente de la República (Niceto Alcalá-Zamora) y el jefe del Gobierno (Manuel Azaña), para presidir el acto de la inauguración oficial del Hospital Provincial construido en San Servando…”, entre las autoridades se encuentra también el jefe del Cuarto Militar, general Gonzalo Queipo de Llano. Junto a ellos Monseñor Feliciano Rocha, Obispo Vicario del Arzobispado, que tiene tal nombramiento porque Toledo sigue sin Arzobispo, puesto que la República había expulsado al Cardenal Segura y hasta el 12 de abril de 1993 no vendrá Monseñor Isidro Gomá. Así que en esta foto aparecen algunos de los protagonistas de la próxima Guerra Civil española.

Y aunque no podemos verlos en la fotografía, junto al Obispo Rocha se encuentra uno de nuestros protagonistas: el Siervo de Dios Francisco Fernández Martín. Se trata del Capellán del Hospital recién estrenado, que ya lo era en el emplazamiento anterior; puesto que el llamado Hospital Provincial de Toledo, se llama en realidad Hospital de la Misericordia, llevaba casi cinco siglos funcionando y se localizaba en las casas cuyos solares ocupan hoy parte de la Iglesia (el lado del Evangelio y quizá la sacristía) de San Ildefonso que ocupaba hasta hace poco la Compañía de Jesús. Muchos no saben que, según la tradición, se dice que San Ildefonso de Toledo nació en el sitio que ocupa la tercera Capilla de la nave de la Epístola.

Cuando estalle la Guerra y la inmediata persecución, no pasará ni una semana, exactamente la tarde del 27 de julio, cuando don Francisco caiga asesinado junto a su sobrino, el Siervo de Dios Lorenzo Fernández Laguna.

El Siervo de Dios Francisco Fernández Martín había nacido en Sonseca (Toledo) el 2 de abril de 1886. Sus padres, Vicente Fernández Carrasco y Juana Martín Sánchez, le bautizaron tres días después. El Siervo de Dios Lorenzo Fernández Laguna nació en Sonseca (Toledo) el 7 de julio de 1901 y fue bautizado el día once. Sus padres se llamaban Nicolás Fernández y Eugenia Laguna. Lorenzo era sobrino de don Francisco.

El Siervo de Dios Francisco Fernández Martín, tras recibir la ordenación sacerdotal el 17 de diciembre de 1910, fue nombrado coadjutor-regente de la parroquia de Polán (Toledo), en 1911; ecónomo de Hormigos (Toledo), en 1913; ecónomo de Las Herencias (Toledo), en 1916; párroco de Montearagón (Toledo), en 1918 y, finalmente, párroco de Almonacid de Toledo en 1925. En 1930 fue destinado a la capital, como capellán del Hospital de la Misericordia (Hospital Provincial) de Toledo.

Dice así: “Hoy he recibido un anónimo en el que me comunican que en un plazo de cuarenta y ocho horas tengo que desocupar la casa y marcharme de Maqueda, bajo pena de muerte. He podido comprobar con certeza el individuo que era, desde luego perteneciente a la casa del pueblo, una mala cabeza y una mala persona… Aquí sigo a sus órdenes, meditando la Pasión del Señor que tanto me fortalece. Dios sea bendito”.

Sobre los desmanes que estaban sucediendo en numerosas parroquias en esas mismas fechas, anota el 28 de mayo el Secretario de Cámara del Arzobispado: “…para las parroquias de Gerindote, Carmena, Portillo, Menasalbas, Malpica, etc… hacen falta héroes que quieran arrostrar las molestias que en esas parroquias han de causar al cura”.

Marina Fernández, prima de Lorenzo, declara que llegaron a rociarle su casa con gasolina, para prenderla fuego, y que muriera dentro de ella. Advertido, el 14 de mayo salió para Toledo. La también recordaba como en una ocasión su primo, don Lorenzo, limpió, adecentó e hizo trasladar a un centro hospitalario especializado a un leproso que había sido abandonado en el castillo de Maqueda.

También es importante anotar que en la correspondencia sostenida por don Lorenzo con el maestro nacional de su parroquia, ya antes del Alzamiento, le decía que había llegado el tiempo de ser fuertes en el Señor y ofrendarle la vida como corresponde a los cristianos.

La noche del 14 de mayo, don Lorenzo llegaba a Toledo buscando un refugio junto a su tío, don Francisco Fernández, en el Hospital Provincial donde éste ejerce de Capellán. Pero, según pasan los días, una preocupación le tiene constantemente intranquilo: en el Sagrario de la parroquia se habían quedado las Sagradas Formas consagradas. Así que, a mediados de junio, durante las primeras horas de la tarde, se presentó en Maqueda, se dirigió a la iglesia parroquial y allí consumió las Formas consagradas, regresando nuevamente a Toledo.

Por su parte, Marina Fernández, sobrina de don Francisco, recuerda como le rogaba que se trasladarán a Cáceres, junto a otros familiares, pero que éste le puso como excusa, para no abandonar Toledo, que estaba predicando una novena en la parroquia de san Nicolás de Toledo, en la que además oficiaba. De hecho don Francisco era con frecuencia reclamado para predicar: por ejemplo, el 27 de agosto de 1930 se da noticia de que predica en el triduo de la Cofradía de la Inmaculada y Santa Bárbara en Toledo; o el 24 de mayo de 1933 se anuncia que continúa el novenario de Nuestra Señora de la Estrella, que predica el capellán de la Beneficencia provincial…

Finalmente, el director del Hospital Provincial avisa al capellán de que las milicias van a detenerles a él y a su sobrino. Al conocer la noticia de su próxima detención, tío y sobrino deciden huir de Toledo. Vestidos de paisano, descienden hasta la vecina estación de ferrocarril; pero allí encuentran tal cantidad de milicianos que regresan al Hospital. Urgidos inmediatamente a abandonarlo, salen campo a través y suben por el Arroyo de la Rosa, en las afueras de la ciudad, con la esperanza de llegar a pie a su pueblo natal, Sonseca (Toledo).

Apenas salen, llega un tropel de milicianos al Hospital Provincial, y uno que, desde una ventana, ha visto salir a los dos curas les informa de la ruta que llevan. En el mismo Arroyo de la Rosa los alcanzan. Comienza el tiroteo, apuntando a las piernas para que no puedan seguir caminando. Don Francisco y Don Lorenzo, que yacen en el suelo entre dolores, aún tienen tiempo de absolverse uno al otro. Cuando ya los milicianos están encima, un segundo tiroteo termina con la vida de los dos sacerdotes.

Los llevaron a enterrar a Burgillos (Toledo), y años después, su familia los trasladó al cementerio de Sonseca (Toledo), donde reposan.

Maqueda, 16 de agosto de 1936

No quería terminar la narración de los Siervos de Dios Francisco Fernández Laguna y Lorenzo Fernández Laguna sin hablar del templo parroquial de Nuestra Señora de los Alcázares de Maqueda (Toledo), que regentaba don Lorenzo.

El ABC del 5 de septiembre de 1936 informada que “a última hora de la tarde (4 de septiembre) el Presidente de la República, Manuel Azaña, visita las líneas, en el frente de Extremadura… Seguidamente, marchó a Maqueda, visitando el castillo, subiendo a una de las torres… Bien avanzada la noche, el Presidente regresó a Madrid…”. La pregunta es sencilla: ¿visitó también Azaña el templo parroquial destrozado por los valerosos milicianos?

Porque esta parroquia, cuyo nombre figura en los más antiguos documentos de la diócesis, fue destinada, desde su incautación el 18 de julio de 1936, para depósito de víveres y municiones y para defensa contra las fuerzas nacionales. A consecuencia de la lucha, quedó notablemente dañada en su fábrica. Pero antes de ser dedicada a estos usos, el 16 de agosto, tuvo lugar el horrendo saqueo y destrozo de cuanto en ella había, que era mucho y bueno, por haberse recogido allí en el decurso de los siglos el ajuar litúrgico de varios templos y conventos existentes anteriormente en el pueblo. Alrededor de setenta hombres, armados con hachas, penetraron en el sagrado recinto para acabar con “los muñecos” que allí había “que para nada servían” y habilitar el local para hacer casas de obreros. Todo desapareció partido en astillas y quemado. El órgano, el gran retablo tallado, de 14 por 10 metros, de cinco calles, con magníficas tablas del siglo XVI, elevado sobre un friso de cerámica talaverana de la misma época, pereció en gran parte como el retablo de san Juan Bautista, de 7 por 9 metros, atribuido a Berruguete, ornado de tablas y tallas; con ellos se destrozaron unas cincuenta imágenes, varios retablos de mérito inferior, casi todos los ornamentos y los vasos sagrados.

L'Illustration famoso semanario francés, que se publicó entre 1843 y 1944, dedicó el número de enero de 1937 a los acontecimientos bélicos de septiembre a diciembre de 1936. A toda página publicó el interior destrozado de la iglesia parroquial de Maqueda.