AVELINO GARCÍA SÁNCHEZ
Coadjutor de la parroquia Santos Justo y Pastor (Toledo)

Nació el 10 de noviembre de 1888 en Layos (Toledo). Ordenado de diácono, el 29 de mayo de 1915, de manos del cardenal Victoriano Guisasola; recibió la ordenación sacerdotal el 19 de diciembre de 1915. Tras su ordenación fue enviado, como coadjutor, al pueblo toledano de Pueblanueva. En 1918, ejerce de économo de Casasbuenas. En 1919, es destinado a Bargas.

Finalmente, en 1920, comienza su ministerio en Toledo, primero como coadjutor en la parroquia de los Santos Justo y Pastor. También como sacristán menor en la capilla mozárabe de la Catedral Primada. Luego, pasará a ser sacristán mayor de la Capilla de Reyes de la Catedral. Compatibilizando ambos cargos con la capellanía del Colegio de los Hermanos Maristas: “celoso capellán del Colegio”, dirán de él las crónicas.

Cuando estallan en la ciudad de Toledo las terribles jornadas de asesinato y martirio, tras el 18 de julio de 1936, el día 23 tuvo que abandonar su casa junto con su madre y su hermana, buscando acogida entre ciertas amistades, que por miedo los rechazaron. Finalmente, acudieron al domicilio de don José María Heredero, sacerdote anciano y ciego, uno de los pocos que quedaron con vida, y allí fueron bien recibidos. En el domicilio los dos sacerdotes vivieron con gran sufrimiento y dolor el paso de los días, pues la casa de don José María estaba muy próxima al Paseo del Tránsito, y se escuchaban los frecuentes disparos que acabaron con la vida de tantos sacerdotes y de muchos buenos cristianos. Ellos también se preparan para morir.
        
Al mediodía del 8 de agosto se presentan las milicias, pidiéndole que se identifique. Don Avelino confiesa:

-Soy el coadjutor de San Justo.

-Pues, entonces, vente, que te daremos un pasaporte.

Pero él sabe muy bien lo que eso significa y dice a los suyos:

-No lloréis me voy con padre y el hermano, allí os esperaré.

Le mataron antes de llegar al Paseo del Tránsito, en la calle de Santa Úrsula. Según testigos, ya moribundo, exclamó:

-Ayúdame, Jesús mío.