MAXIMINO LUCIO SUERPÉREZ
Capellán de la Real Capilla de Reyes Nuevos de la Catedral de Toledo
El siervo de Dios Maximino Lucio Suerpérez aparece al final de todos los listados publicados en la diócesis bajo el epígrafe: “fueron martirizados sin que se pueda precisar la fecha”; ni tampoco el modo ni el lugar. Sin embargo, en el libro-registro del Cementerio de Nuestra Señora del Sagrario, que se conserva en el Ayuntamiento de Toledo, el listado que corresponde a los meses del conflicto bélico nos muestra, en la entrada nº 536, que el 1 de agosto de 1936 entra un cadáver al que se describe como “forastero, de unos 50 años, traje oscuro a rayas, muy alto y fuerte, con escapularios”. Después al reconocer los cuerpos, con el trazo de otra escritura se lee claramente Maximino Lucio Suerpérez, con domicilio en el Convento (plaza) de las Capuchinas. Así que siguiendo la lógica del resto de los que entraron cadáver en esas jornadas don Maximino sería asesinado el 31 de julio de 1936 en la ciudad de Toledo.
Así recordará, poco tiempo después, la última hora de la vida de los mártires, el cardenal Gomá:
“Vedles a la hora de morir. El asesino les intima que renieguen de su fe; o sencillamente dispone la pistola o la ametralladora para taladrar sus cuerpos con el plomo mortífero. Yo no sé, si en aquellos momentos un escalofrío de muerte recorrería todos sus miembros, si un movimiento espasmódico sacudiría lo más entrañable de su ser, que no en vano se encara un hombre con la muerte cierta en la plenitud de su vida. Pero sí sé que en la mayoría de los casos una sola palabra de transacción con los principios revolucionarios, un solo gesto de compenetración espiritual con sus verdugos, una sola blasfemia les hubieses librado de la muerte, tal vez les hubiese abierto horizontes de vida placentera. Y no quisieron: sostuvieron y superaron aquellos momentos con el corazón impávido.”
En 1918, cuando toma posesión como capellán de la Real Capilla de Reyes Nuevos de la Catedral Primada, pasa desde su diócesis natal de Oviedo a la de Toledo. Es uno de los seis capellanes de Reyes (y, por lo tanto, uno de los cuarenta y dos sacerdotes martirizados -entre canónigos, beneficiados y mozárabes- que trabajaban en la Catedral Primada) que sufrió el martirio en los días de la persecución religiosa.
Desde el Arzobispado de Oviedo (de quien acabamos de recibir toda la documentación necesaria) se nos informa que Maximino había nacido el 21 de febrero de 1868 en Lastres (Colunga-Asturias), hijo de José Antonio y Catalina. Bautizado y confirmado en la misma parroquia de Santa María de Sabada de dicho concejo.
Recibió la ordenación sacerdotal el 2 de abril de 1892 en la Santa Iglesia Catedral Basílica de Oviedo (Asturias) de manos del dominico, monseñor Ramón Martínez Vigil.
Entre los nombramiento que tuvo en la diócesis ovetense ejerció de coadjutor en Abamia (Cangas de Onís), en 1894; fue párroco de Abándames (Ribadedeva) entre 1897 y 1903; al año siguiente, el 24 de abril de 1903 toma posesión de Pintueles (Piloña). Finalmente, en 1918 marcha a la diócesis primada.
“La Correspondencia de España” fue un periódico vespertino publicado en Madrid, y desaparecido en 1925. Este periódico rompió con la tradición de las suscripciones a domicilio, echando el periódico a la calle, llevándolo a teatros, cafés y círculos por el precio de dos cuartos ejemplar.
En el ejemplar del 25 de diciembre de 1917 podemos leer: “Su Majestad el Rey (Alfonso XIII) ha firmado los siguientes decretos: …nombrando Deán de la catedral de Plasencia a D. José Polo Benito; capellán de Reyes de Toledo a D. Maximino Lucio Suerpérez”. Luego el beato José Polo, en 1923, será nombrado Deán de la Catedral de Toledo, encontrándose ambos en la Primada.
Don Maximino vivía con una hermana suya, que se llamaba María. Así que desde 1918 a 1936, durante casi dieciocho años, ejerció como capellán de la Real Capilla de Reyes Nuevos. Desde 1852 eran doce los capellanes de la Capilla fundada en la Catedral Primada por donación de Enrique II, en el siglo XIV. Sus titulares estaban equiparados a canónigos de sufragánea y cuando estalla la persecución religiosa eran once, más un sacristán seglar. Como indicábamos en la entrega anterior don Maximino debió sufrir el martirio en la ciudad de Toledo, el día 31 de julio. Su cuerpo entró al día siguiente en el depósito del cementerio municipal.
Consta en el Boletín de la diócesis de Oviedo del año 1939, que el 20 de abril se celebró en la iglesia parroquial de San Tirso el Real de la ciudad de Oviedo, un “solemne funeral por los sacerdotes pertenecientes al Montepío del Clero ovetense, asesinados o fallecidos durante la guerra”. El segundo de la lista es el siervo de Dios Maximino Lucio Suerpérez.