EDUARDO MARTÍNEZ CASAS
Ecónomo de Carriches (Toledo)

Natural de La Alberca de Záncara (Cuenca) nació el 20 de mayo de 1905. Don Eduardo, huérfano de madre, fue niño del Beato Joaquín de la Madrid Arespacochaga. Se ordenó el 9 de diciembre de 1928, y, cantó misa en su pueblo natal el 18 de diciembre. Sabemos por el recordatorio de ese día que fue el Siervo de Dios Serapio García Toledano el orador de la primera misa. En dicha estampa se pide una oración por “el nuevo Presbítero, Superior y hermanos del Colegio de Huérfanos de la Inmaculada Concepción, de Toledo, quienes, con su solícita protección, han guiado al nuevo Presbítero desde su infancia hasta llegar a la altísima dignidad sacerdotal”.

Al estallar la guerra, siendo ecónomo de Carriches (Toledo), las autoridades republicanas le expulsaron del pueblo a él y a su anciano padre, con quien vivía. Se encaminaron a la población de Torrijos con ánimo de obtener un salvoconducto para trasladarse a Madrid, pero no lo consiguieron. Entonces también a pie se dirigieron a Escalonilla, donde Don Eduardo había sido coadjutor; mas no los aceptaron. Se volvieron a Torrijos y no mucho después eran detenidos y conducidos cerca de Albarreal de Tajo. Al darse cuenta que los iban a matar, el joven sacerdote abrazó a su anciano padre, muriendo así ametrallados. Era el 1 de agosto de 1936.

Su padre se llamaba Senén Martínez Martínez. El recordatorio de la misa de difuntos es sobrecogedor: … “ofrendando sus vidas por la religión y por España dieron su alma al Señor, víctimas de los enemigos de Dios y de la Patria. Inmenso es el dolor de sus familiares e inmensa también la dicha de contar entre los moradores del Cielo dos santos con palmas de martirio, un padre ferviente cristiano que da a Dios y a la Iglesia un hijo sacerdote, y un hijo sacerdote digno de tal padre, apóstol ardiente, padre de los pobres, modelo de virtudes. Padre e hijo murieron en estrecho abrazo al grito de ¡Viva Cristo Rey!”