RAFAEL MARTÍNEZ VEGA
Canónigo arcediano de la Catedral de Toledo y Profesor de Moral en el Seminario Mayor
29 de enero de 1941. El cortejo fúnebre penetra en el patio de la Basílica de Santa Leocadia en la Vega Baja de Toledo, donde se encuentra el llamado cementerio de los Canónigos. Las crónicas de los diarios narran con estos titulares lo que va a suceder: “D. Rafael y D. Felipe Martínez Vega, hermanos de sangre y de martirio. Sus restos serán trasladados esta tarde a las cuatro y media, desde el cementerio de Nuestra Señora del Sagrario al de la basílica de Santa Leocadia, y colocados en sepulcro preparado en el patio anterior de la ermita del Santo Cristo de la Vega”. En la fotografía, presidiendo el acto, aparece el segundo por la izquierda, el Sr. Obispo auxiliar de Toledo, Monseñor Gregorio Modrego Casaus.
El Siervo de Dios Felipe Martínez Vega, que era maestro de instrucción primaria, destacó como periodista inteligente y dinámico. Además de redactor del periódico “El Castellano”, tenía a su cargo corresponsalías de periódicos y agencias de Madrid. Era miembro de asociaciones religiosas y benéficas. Siempre estuvo al servicio de toda buena causa.
A su hermano lo define, tres meses después de su cruel martirio, el Cardenal Gomá con estas palabras: “¡Don Rafael Martínez Vega, alma de la Catedral hoy huérfana de su amor, Arcediano con temple de artista que hacía revivir con su milagroso talento las piedras catedralicias!”. El Siervo de Dios era definido en los siguientes términos: “vivió ajeno a toda actividad política; sacerdote ejemplar, espíritu selecto, cerebro privilegiado y corazón abierto a toda generosidad, su vida fue solo piedad, estudio, trabajo fecundo y encendida caridad”.
Fueron asesinados el 30 de julio de 1936. Ésta es su historia.
Un año después de los sucesos de la foto anterior, exactamente el 22 de marzo de 1942, también presidido por Monseñor Modrego, obispo auxiliar de Toledo, el monumento fue reinaugurado tras su reconstrucción.
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Así narran Ricardo Cid y Luis Moreno Nieto, en su obra “Mártires de Toledo” (que publicó el Excmo. Ayuntamiento de Toledo en septiembre de 1942), la detención de los Martínez Vega.
“27 de Julio de 1936. La rapacidad de los revolucionarios marxistas, no satisfecha con los numerosos robos efectuados en las iglesias, conventos y casas particulares, ansía un botín mucho más preciado: el tesoro de la Catedral. Y no es precisamente la chusma, la plebe, el pueblo anónimo el que entra a la fuerza y se atreve a poner sus manos sobre los objetos de culto. Son los dirigentes, los mismos que de manera cordial tantas veces han sido acompañados por los capitulares y sacerdotes de la Catedral en sus visitas al Tesoro, los que ahora van a entrar como ladrones de gallinero a dar la primera ojeada que les ha de servir para perpetrar más adelante un robo sacrílego.
En la tarde de ese día 27, el capitán de Asalto Eusebio Rivera Navarro, un miembro del Partido Comunista y varios milicianos se presentan en la casa del siervo de Dios Ildefonso Montero Díaz, canónigo Tesorero, solicitando la presencia del Arcediano en la Catedral. Alguien ha informado de que las llaves de la puerta blindada, que protege la habitación donde se guarda el Tesoro, están en poder del canónigo Arcediano, el siervo de Dios Rafael Martínez Vega. Por fin, llega y entra con todos, están deseosos de ver el Tesoro. Y como los milicianos lo hacen sin descubrirse, les llama la atención; ellos, aunque de mala gana, atienden los gestos de los cabecillas para hacerlo.
La belleza del templo catedralicio contempla al siniestro grupo acompañado por los candidatos al martirio. Van poniendo sus viles ojos en los objetos sagrados como si estuviesen escogiendo lo que van a llevarse; observan para preparar el saqueo. Así planean los republicanos el despojo total de la Catedral. Terminada esta primera visita de las autoridades republicanas, los dos sacerdotes reciben la orden de marchar a sus domicilios, pues nada les va a ocurrir. Al subir la Puerta Llana, unos milicianos se burlan de ellos al pasar y dicen: “-A estos dos ‘cuervos’ les quedan pocos días”.
Y así fue. El Siervo de Dios Rafael Martínez Vega sería asesinado el primero, el 30 de julio. Caía junto a su hermano Felipe.
Adoración Gómez Camarero (1893-1980), destacado periodista toledano, fue durante el período 1931-1936 director del diario “El Castellano” de Toledo y, por lo tanto, “compañero y amigo” del Siervo de Dios Felipe Martínez Vega. Así narraba para las páginas de “El Alcázar” el martirio de estos dos hermanos:
“El 24 de julio de 1936 había sido detenida toda la familia Martínez Vega: don Rafael y don Felipe; sus padres de 82 y 78 años; su hermana Francisca, vicesecretaria de Acción Popular; y la esposa del periodista, doña Laura. Cuatro días permanecieron en la prisión de la fábrica de harinas de San José. Durante ellos, dos Rafael redactó su testamento y rezó repetidamente la recomendación del alma. Al ser puestos en libertad y volver a su casa fue cuando le requirieron al arcediano para ir a la catedral con las llaves del tesoro” (como ya hemos narrado).
Una semana después, ambos hermanos, serían llevados a la muerte. “Al abandonar su casa para siempre, don Rafael y don Felipe, el día 30, el primero dejó el reloj y el portamonedas a su familia como recuerdo, y los dos hermanos besaron a todos. Sabían que esta vez iban al martirio. Los milicianos les condujeron a las Carreras de San Sebastián, periferia sur de la ciudad, sobre el Tajo, y allí cayeron abrazados.
Todavía al día siguiente, los milicianos fueron a la casa con un volante del gobernador civil, José Vega, pidiendo las llaves de la Catedral”.
SIERVO DE DIOS RAFAEL MARTÍNEZ VEGA
Rafael nació el 24 de octubre de 1886 en Cuenca. Inició los estudios en su ciudad natal, en el curso 1899-1900. De aquí, por medio de una beca, pasó a Salamanca donde curso de 1905-1906 a 1909-1910. Más tarde estudió Derecho dos años en Guadix (Granada). Ordenado sacerdote el 12 de marzo de 1910, el Siervo de Dios celebró su primera Misa al día siguiente en la Capilla pública de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados de la ciudad de Cuenca. En su estampa de cante misa se puede leer: “Rogad al Señor, para que conceda al nuevo sacerdote la pureza y santidad de vida, que requiere tan sagrado ministerio”.
El 26 de septiembre de 1910 comenzó su labor docente, siendo en años sucesivos profesor de Latín, de Psicología, de Lógica y Griego, y ejerciendo el cargo de Director del Colegio de Nuestra Señora de las Angustias, de Guadix, además de explicar sus asignaturas en el Seminario. Ejerció los siguientes cargos:
- Vicerrector del Seminario de Guadix (1910).
- Director del Colegio de Segunda Enseñanza San Torcuato de Guadix (1910).
- Profesor del seminario de Guadix (1910).
- Canónigo de la Catedral de Guadix (1910).
- Canónigo de la Catedral Primada de Toledo (1917).
- Secretario del Arzobispado de Toledo, Sede Vacante (1919).
- Juez de Grados en las Facultades de Sagrada Teología y Derecho Canónico (1922).
- Examinador prosinodal (1922).
- Profesor del Seminario de Toledo.
- El 6 de julio de 1930 entró en la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo.
- El 3 de diciembre de 1930 tomó posesión de la dignidad de arcediano de la Catedral de Toledo.
En 1936 ocupa los cargos de canónigo arcediano de la Catedral de Toledo y Profesor de Moral en el Seminario Mayor. El 27 de julio había sido requerido de parte de la autoridad republicana para acompañar a unos milicianos a ver el Tesoro catedralicio, pues él era el depositario de las llaves. A los que entraron en el templo sin descubrirse les pidió que se descubrieran. Los republicanos tuvieron planeando el despojo total de la Catedral de Toledo, que llegaron a realizar, aunque milagrosamente no se consumó.
Don Rafael había sido elegido en 1930 Numerario de la Real Academia de las Bellas Artes y de Ciencias Históricas de Toledo. Entre otras colaboraciones había publicado una interesante titulada: La catedral de Toledo y la Virgen María.
La historia del archivo capitular de la Catedral de Toledo afirma que antes de 1936 el Siervo de Dios se encargó de realizar “una revisión profunda de los documentos del Archivo de Pergaminos llevada a cabo en solitario”.