Sacerdotes

• El 24 de agosto de 1925 en las fiestas de San Bartolomé en Añover de Tajo (Toledo) pronunció un “elocuente panegírico del santo”.

• En la Semana Santa del año 1930 fue el encargado “de la predicación de todos los sermones” en Tembleque (Toledo).

• Con motivo de la novena a la Virgen de la Esperanza tiene lugar en la iglesia de San Cipriano de Toledo “en los días 22 y 23 predicará el doctor don Martín Pérez Carbonell, beneficiado mozárabe de la Santa Iglesia Primada. Mañana domingo (22 de mayo de 1932) habrá solemne función, en la que será orador el señor Pérez Carbonell”.

• En julio de 1933, tras predicar el novenario del Carmen en Campo de Criptana (Ciudad Real) es invitado por la Junta directiva de la Juventud Católica a dar una conferencia. El público llenó completamente el amplio salón, sobre todo obreros. El Siervo de Dios “que fue muy aplaudido al levantarse, pronunció una interesante conferencia acerca de los deberes de los católicos en las actuales circunstancias. Dijo que pocos pueblos podían gloriarse de tan arriesgados sentimientos cristianos como Campo de Criptana (Ciudad Real), y elogió la labro que realiza la Juventud Católica, cuyo Centro cuenta con gran número de afiliados y es frecuentado a diario por considerable concurrencia. Alentó a todos a perseverar en sus trabajos de acción católica, y dirigiéndose especialmente a los obreros, les requirió para que dentro y fuera del templo cumplan gallardamente sus deberes cristianos. A los acomodados les indicó lo mucho que pueden y deben hacer en el orden social y en el religioso, y terminó con un elocuente período ensalzando las tradiciones católicas de España”.

• Aunque en la provincia de Toledo no tuvo gran repercusión la revolución de octubre del año 1934, sí tuvieron lugar algunos hechos aislados. Por ejemplo, en Urda.

• El 1 de mayo de 1935 presidió la santa misa en la ermita de la Virgen del Valle, fiesta mariana en Toledo por excelencia.

• Ocupó la cátedra sagrada los tres últimos días del solemne novenario en las fiestas de la Virgen de Gracia en Ajofrín(Toledo), del 1 de septiembre de 1935. Las crónicas dicen que “pronunció elocuentísimos sermones sobre los deberes de los católicos en la hora presente para hacernos dignos de la protección de la Santísima Virgen…”. La noticia reincide al final afirmando que “ocupó la cátedra sagrada el referido Pérez Carbonell, quien en elocuente trabajo puso de manifiesto los beneficios otorgados por la Virgen a este católico pueblo merced a su inefable aparición”.

• El 18 de septiembre de 1935 en “El Castellano” al narrar las tradicionales fiestas del Santísimo Cristo de la Cueva en el pueblo toledano de Carmena informa que el día de la fiesta a las diez de la mañana se celebró la misa solemne y que “el sermón estuvo a cargo de don Martín Pérez Carbonell, capellán mozárabe de la Santa Iglesia Catedral Primada. El Señor Carbonell, con oratoria sencilla, profunda y documentada, en breves, pero concretas palabras, hizo una síntesis de las páginas de la historia, para mostrar la caducidad y mortalidad de las cosas del mundo, y por el contrario, de la inmortalidad y perpetuidad de las cosas divinas. A continuación el señor Carbonell expuso las causas del desquiciamiento del mundo y finalmente el orador hizo un concreto y perfecto resumen de la Acción Católica, haciendo un llamamiento a todos los fieles para que militen en ella. La iglesia estaba completamente llena, y muchos fieles, no obstante la grandiosidad de las naves del templo hubieron de escuchar la palabra del orador desde el exterior de la iglesia”.

• El 2 de noviembre de 1935, en la iglesia de San Ildefonso de Toledo, la Asociación de las Ánimas, “por la tarde, a las seis, ejercicio con sermón, salmo “De profundis”, lamentos y responso. Predica el señor ecónomo de San Marcos, doctor don Martín Pérez Carbonell”.

• El 22 de noviembre de 1935, en la parroquia de San Nicolás de Toledo, “ocupa la cátedra sagrada el doctor don Martín Pérez Carbonell en la tradicional fiesta a su Patrona de la Hermandad de Santa Cecilia”.

Sabemos también que el Siervo de Dios Martín Pérez era secretario de la Venerable Hermandad de Sacerdotes de Jesús Nazareno. Conservamos un artículo en el que informa sobre los actos que tendrán lugar durante la Semana Santa de 1928. La Hermandad de Señores Sacerdotes de Jesús Nazareno con la Cruz Acuestas, formada obviamente clérigos, y el paso de dicha Hermandad se veneraba en su propia capilla, en la parroquia mozárabe de Santa Eulalia de Toledo. Su imagen se encuentra hoy en la pa­rroquia de Santo Tomé.

En el mes de junio de 1933 sigue ocupando dicho cargo, pues vuelve a firmar una nota en “El Castellano” (nº 7513, sábado 10 de junio de 1933) encareciendo la asistencia a dos funerales que se iban a celebrar por las almas de sacerdotes pertenecientes a la Venerable Hermandad. Los sufragios se celebraban en la parroquia mozárabe de San Marcos.

Tan sólo han transcurrido los cinco primeros días de la guerra civil, cuando la cruel cacería que se está llevando a cabo en la ciudad de Toledo contra los sacerdotes y religiosos, llevará a los milicianos a primera hora de la mañana del 23 de julio de 1936 hasta el domicilio del canónigo Pérez Carbonell. De hecho, se estaba aseando.

Así se narra el martirio del Siervo de Dios en la página 43 del libro “Toledo 1936, Ciudad mártir” (2008):

“Don Martín vive con su anciano padre, Crisanto, en la casa rectoral, en el número 12 del Callejón de Menores. A las seis de la mañana, mientras está aseándose, fuertes golpes parece que van a derribar la puerta. Baja a abrir como está, en mangas de camisa, en zapatillas y con la toalla al cuello; si no tienen claro a quién van a buscar, un gran escapulario de carmelita que asoma por su camisa delata al sacerdote. Ante él aparece un grupo de milicianos. De malos modos, tal y como está, le obligan a ir con ellos hasta la cercana Plaza de San Vicente.

Al oír el jaleo, su padre sale a la puerta y va tras el grupo.

Don Martín le dice: - ¡Padre, vuélvase, que no pasará nada!

Colocado frente al Convento de las Gaitanas, es fusilado por la espalda. El padre, que desoyendo el consejo del hijo ha seguido la comitiva, oye la atronadora descarga que mata a su hijo y puede aún abrazarle entre los estertores de la agonía. Las primeras luces de este día son recibidas con una escena de la Piedad: un padre anciano y doliente, que sustituye a la Virgen Santísima, con su hijo sacerdote en brazos.