JUAN MANUEL PLAZA CHACÓN
Párroco de Añover de Tajo (Toledo)
Nació en Consuegra (Toledo) el 29 de marzo de 1880. Tras realizar sus estudios en el Seminario Conciliar de Toledo, recibió la ordenación sacerdotal el 16 de marzo de 1906, de manos del obispo auxiliar de Toledo, monseñor Isidro Badía y Sarradell.
El Castellano del 12 de septiembre de 1908, nos recuerda que su primer destino fue el de coadjutor de Urda. Se da noticia de que el siervo de Dios se encuentra en Lillo predicando el sermón principal de la fiesta de la Virgen de la Esperanza: “nuestro querido amigo D. Juan Manuel Plaza, demostró una vez que es orador de inmejorable condiciones”. En 1914 ejerce de coadjutor de El Bonillo (Albacete).
En el curso 1920-21 está destinado como párroco de Cedillo del Condado (Toledo). El Castellano del viernes 13 de mayo de 1921 titula “Desde Cedillo. ¡Día de júbilo!”:
“De tal puede calificarse para el pueblo de Cedillo el 5 de los corrientes, festividad de la Ascensión del Señor, en la que, con entusiasmo delirante y con toda solemnidad, se celebraron otras dos: la de la Sagrada Comunión de los niños y la Entronización del Sagrado Corazón de Jesús en el Ayuntamiento y en las escuelas, dejando gratamente impresionado a todo el vecindario y altamente satisfecho a su organizador D. Juan Manuel Plaza, señor cura párroco.
A las nueve de la mañana, hora en que se celebró la Santa Misa […], el sagrado templo era insuficiente para contener a todos los fieles, que con la devoción que en ellos es peculiar, asistían a presenciar la Sagrada Comunión de sus queridos hijos que, con sus dignísimos profesores y gran número de señoras, se llevó a efecto con gran solemnidad, haciendo verter lágrimas de emoción a más de dos padres al contemplar a sus inocentes hijos con cuánto fervor religioso se arrodillaban al pie del altar para tomar de manos del sacerdote la Sagrada Forma. El señor cura párroco, D. Juan Manuel Plaza Chacón, en sencillas frases al alcance de las inteligencias infantiles, dio a conocer el amor de Cristo a los hombres, aduciendo ejemplos tan llanos y elegantes que pusieron de relieve una vez más su ya conocida y justa fama de orador sagrado […].
Por la tarde se celebró la Entronización del Sagrado Corazón de Jesús en el Ayuntamiento… desde cuyo gran balcón el señor cura párroco dio un ¡Viva el Sagrado Corazón de Jesús!, que fue repetido por todos los fieles […]”.
Un año después se nos da noticia de que en Cedillo del Condado ha habido “una misión fructuosa”. “Hermoso, conmovedor paréntesis, en medio de las barracas sociales, ha venido a establecer por unos días la Santa Misión que ha tenido lugar en este pueblo. Nuestro señor cura párroco, don Juan Manuel Plaza Chacón, haciendo honor a la fama que de cariño a sus feligreses tiene, pensó en los beneficios espirituales que una Santa Misión podía proporcionar a los mismos, y al efecto así lo solicitó del eminentísimo cardenal, logrando al mismo tiempo que fuese el encargado de ella el dignísimo y culto padre Villamarín, capuchino” (El Castellano, 18 de febrero de 1925)
En 1927, concursa a la parroquia de Santa María de Cabañas de Yepes (Toledo) -en el Anuario Diocesano de 1930 figura como párroco ausente de la misma-, pero desde 1926 es el regente de la parroquia de Añover de Tajo (Toledo).
Cuando estalla la persecución religiosa, don Juan Manuel ya tenía cincuenta y seis años. El 20 de julio de 1936, a la salida de un funeral, último acto de culto, fue cacheado. Días después se le puso una bomba a la puerta de casa. El día 24 pudo consumir las formas consagradas, que le llevó el sacristán desde la iglesia.
Cuando en este día notificó al Alcalde la decisión tomada de salir del pueblo, éste le tranquilizó diciendo que en el pueblo no le ocurriría nada; pero a los pocos momentos, hacia las doce y media, fue conducido al Ayuntamiento, donde tuvo que sufrir un minuciosos registro, bajo la amenaza de las pistolas. Recluido luego en un calabozo, fue objeto de mofas y burlas de cuantos desde la calle le veían por una ventana que daba al exterior.
Puestos en libertad cuantos con él fueron apresados, quedó él solo recluido durante todo aquel día en la cárcel. Según declara el conductor Félix Contreras Martín, que fue requerido con su coche alrededor de las cuatro de la madrugada del 25 de julio, del Ayuntamiento sacaron al siervo de Dios, que aún vestía la sotana, y le hicieron subir al automóvil con cuatro individuos más que le custodiaban. Durante el trayecto don Juan Manuel hablaba en voz baja, como si rezara; se le mandó callar y así lo hizo, por unos momentos, pero luego continuó.
En las proximidades de la “Piedra del Acicate” le hicieron bajar. Tres de los milicianos le condujeron a dicho lugar, mientras otro quedaba con el conductor. Luego sonaron los tiros que dieron fin a la vida del sacerdote. Otro testigo afirma haberlo oído de los asesinos que le conminaron varias veces a que revelara el secreto de confesión, a lo que se negó constantemente.