ARSENIO TÉLLEZ LARA
Párroco de Mascareque (Toledo)
Argimiro Arsenio nació el 28 de junio de 1897 en Tembleque (Toledo). Su padre, José Téllez y Lillo era carpintero y natural de Tembleque; su madre Micaela Lara, era de Miguel Esteban (Toledo).
Tras su paso por el seminario, el joven Arsenio fue ordenado sacerdote el 20 de marzo de 1920. Cinco días después, en la fiesta de la Anunciación celebra solemnemente su primera misa en la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de la villa de Tembleque. Un compañero de su curso, el Siervo de Dios Ursinio Pérez Chozas, ordenado junto a él, fue el orador sagrado. Los padrinos eclesiásticos fueron un primo hermano de Arsenio, el Ilmo. Sr. Don Francisco Ocaña Téllez, capellán de la Escuela de Equitación Militar y el párroco de Tembleque, el Siervo de Dios Jesús Granero y Esteso. En el recordatorio también se cita al Siervo de Dios Vicente Morales Galán, coadjutor de la parroquia “que tiene sumo gusto de invitarle a este acto”.
Desde el principio de su ministerio escribió diversos artículos en “El Castellano de Toledo”, especialmente en los últimos años antes de su sacrificio (1934-1936). Desde uno de sus primeros destinos, Romancos (Guadalajara) escribe “Ideas sobre el origen del periodismo”, el 10 de noviembre de 1926. En él puede leerse:
“Sin el periódico, el hombre sería esclavo de sus ideas monótonas y rutinarios, moviéndose siempre sobre la órbita de un mismo ambiente, e incapaz de adquirir la mayor parte de los conocimientos anejos a su reducido campo de acción.
…Estas ideas, alimentadas diariamente y presentadas al lector con diversas y asequibles variantes, llegan a forman en su corazón tales sentimiento de adhesión y convencimiento, que no puede desecharlos, y mucho menos, prescindir, siquiera un solo día, de su lectura. Tal es el origen y poder maravilloso que ejerce el periódico sobre las inteligencias de sus lectores”.
Ya en su destino definitivo como párroco de Mascaraque (Toledo), pueblo famoso entre otras cosas por su castillo que fue propiedad del comunero Juan de Padilla, escribe en 1927 dos artículos sobre el hispanoamericanismo, con el título: “El porvenir de España”.
El jueves 31 de octubre de 1935 el periódico le felicita por ser el ganador, en ese año, del “famoso certamen literario que anualmente celebra la Academia Bibliográfica Mariana de Lérida”. “…Por hoy nos complacemos con enviar (a nuestro amigo y colaborador) el señor Téllez nuestra más cordial felicitación, deseándole nuevos y mayores triunfos literarios.
Al estallar la guerra su madre le pide que se marche con sus primas a Palencia, pues están apresando a muchos sacerdotes y civiles, a lo que según declara un testigo él respondió “pues yo no tengo que marcharme pues no he hecho nada a nadie y quién me va a hacer a mí nada”.
El 22 de julio de 1936 don Arsenio celebró por última vez la Santa Misa. Después ya no volvió a abrirse el templo hasta que los milicianos entraron en él para destrozarlo. Los retablos y altares en número de doce, fueron destruidos como igualmente el órgano, doce cuadros al óleo, veintisiete imágenes, robando además cinco cálices, tres custodias y otros tantos copones; el Sagrario fue profanado, aunque se ignora el modo. Algunas personas informan de que hubo quien recogió algunas Formas junto al altar, pero no saben si estaban consagradas.
El templo cerrado al principio, sólo se abría para celebrar en él actos izquierdistas de propaganda; habilitándose más tarde para las milicias. La ermita de la soledad, saqueada también, quedó convertida en salón de baile y teatro. La casa rectoral sirvió para refugio de evacuados, quedando ruinosa en algunos lados. Los asaltantes de ella se apoderaron de dos mil quinientas pesetas que eran los fondos de las cofradías.
Finalmente, las milicias republicanas detuvieron al Siervo de Dios y lo encerraron, era el 28 de julio. Pocos días después, el 1 de agosto, lo sacaron hasta la carretera que comunica los pueblos toledanos de Mora y Huerta de Valdecarábanos, cerca de la casilla llamada de “la Virgen” y lo acribillaron allí mismo. Según testimonio de alguno siempre se oyó contar que tras apalearlo, le obligaron a desnudarse y le hicieron correr, para dispararle con escopetas de caza, como si de una presa se tratase (la partida de defunción describe a consecuencia “de disparos de arma de fuego”).
Sepultado en el cementerio de Mora de Toledo, fue exhumado y trasladado el 8 de julio de 1939 a la iglesia parroquial de Mascaraque (Toledo), fue enterrado a los pies del altar de la Patrona, Nuestra Señora de Gracia.