BENITO ABEL DE LA CRUZ Y DÍAZ-DELGADO
Sacerdote Vara-platade la Catedral de Toledo
Don Benito vivía cuidando de sus ancianos padres. Las milicias rojas fueron a su encuentro. Como presagiaba un desenlace semejante, días antes había hecho una confesión general a sus padres y a uno de sus hermanos, llamado Mariano, para que estuvieran todos preparados por si se avecinaba la hora de la muerte. Los izquierdistas lo tenían marcado pues era director espiritual de destacados dirigentes de derechas, trabajos que ellos denominaban “actividades facciosas”.
El 27 de julio de 1936 se produjo la detención y se lo llevaron junto con su hermano Mariano, a quien a golpes separaron de su madre. Mariano fue uno de los promotores de la Mutualidad “Solíss” de accidentes de trabajo, que tanto socorro mutuo y tanta ayuda había facilitado a los operarios y empleados de Toledo. Se llevaban a un protector social.
Al salir, don Benito se despidió de su anciana madre con estas palabras: “Madre, no se apure usted; nos van a matar, pero vamos al cielo. ¡Qué a gusto vamos a estar allí!”.
Los condujeron por el Paseo de San Cristóbal, donde comenzó un macabro escarnio contra los dos hermanos, quienes, al final y tras una deliberada crueldad por parte de sus ejecutores, fueron eliminados simultáneamente en el Paseo del Tránsito.