TOMÁS SANTOS ALARCÓN LÓPEZ
Coadjutor de la parroquia de Santiago Apóstol (Guadalajara)
Nació en Camarena (Toledo) el 7 de marzo de 1900, hijo de Ginés Alarcón López -de oficio tablajero- y de Trinidad López-Palomino. Fue bautizado el 15 de marzo en la parroquia de San Juan Bautista de Camarena. Su padre murió en 1908 con sólo 30 años. Tomás pues quedó huérfano a los 8 años. Era el primogénito de cinco hermanos: Clemente, Francisco, Javier y Vicenta.
Tras los años de preparación en el Seminario de Toledo, fue ordenado sacerdote por el cardenal primado, monseñor Enrique Reig, el 5 de abril de 1924. Semanas después celebró su primera misa, en su pueblo natal, el 21 de abril. “El Castellano” titulará “De Camarena. Solemnidad de una primera misa”, para ofrecernos la crónica de dicho acontecimiento. Fue publicado el 25 de abril de 1924, y dice así:
“El nuevo ministro del Altísimo, don Tomás Santos Alarcón, hijo de este pueblo, a quien honra, y descendiente, aunque de humilde cuna, de familia noble por sus sentimientos y cristiana por su arraigada fe y abolengo religioso, celebró su primera misa solemne el día 21 de los corrientes, y en este su pueblo natal, rodeado de familia, amistades y numerosísimos fieles que llenaron por entero el santo templo parroquial. Presenciaron ceremonia tan augusta las autoridades civiles y militar, honrando así al misacantano. De padrinos eclesiásticos actuaron los párrocos de Fuensalida y el de esta parroquia, señores Mateo Maderal Vaquero y Julián Zurita Recio, oficiando de diácono y subdiácono los de Portillo y Arcicóllar, y actuando de maestro de ceremonias el ecónomo de Chozas de Canales.
Logró cautivar el auditorio con un tan sentido como magistral discurso el culto catedrático doctor don Justino Alarcón de Vera, consanguíneo del neo-sacerdote, mereciendo su labor de orador sagrado unánimes elogios y felicitaciones. Terminado el santo sacrificio de la misa, entonó el Te Deum de acción de gracias el nuevo presbítero a quien apadrinaron su buena madre doña Trinidad López y su tío don Higinio Fernández.
En el besamanos desfilaron todos ante el misacantano, besando sus ungidas manos, y deseándole toda clase de bendiciones y prosperidad en su carrera sacerdotal. Los numerosos invitados y autoridades fueron espléndidamente obsequiados.
Los consanguíneos y compañeros en el sacerdocio del nuevo ministro del Señor se sentaron con él a la hora del almuerzo en íntimo y fraternal banquete, en el que reinó la santa alegría de los hijos de Dios, que es caridad y amor; “ad multos annos” para gloria de Dios y su feligresía”.
Tomás, después de sus primeros nombramientos, tras ser coadjutor en la parroquia de Carpio de Tajo (Toledo) y cura regente de El Viso de San Juan y Palomeque, pasa como coadjutor a la parroquia de Santiago Apóstol de Guadalajara, donde le sorprenderán los días de la persecución religiosa.
En una crónica sobre la fiesta de los Reyes Magos en la ciudad de Guadalajara (“El Castellano”, 12 de enero de 1934) podemos leer que en la “parroquia de Santa María, se celebró el último día del triduo, que con inusitado fervor consagró a Jesús Sacramentado la Archicofradía de los Jueves Eucarísticos… y en tal solemne acto predicó, como el año anterior, el infatigable coadjutor de Santiago y amigo nuestro don Tomás S. Alarcón, el cual nos hizo saborear las dulzuras y fuerzas de amor que encierra la Eucaristía. Dios sostenga a los sacerdotes tan celosos y no permita que desfallezcan en tanta obra de celo como aquí se lleva a cabo”.
Cuando llegue el año 1936 nuestro protagonista vivía en el nº 8 de la calle Alvarfañez de Minaya de Guadalajara. Según se sabe marchó el 15 de septiembre de 1936 a Madrid, hospedándose en una pensión de la Cuesta de Santo Domingo.
En la Causa General se conserva la declaración de Javier Alarcón López que afirma “que habiéndose enterado de que a su hermano le habían detenido en la calle Lagasca, [un tal Adolfo le contestó que] si estaba detenido en este sitio pronto lo sabrían porque de este Ateneo eran los amos, […] en el trayecto el declarante le ofreció cierta cantidad -que no recuerda- si le ponía a su hermano en Camarena, pueblo natal del mismo. Siguiendo la conversación y a pretexto de mirar la hora, le mostró dos relojes de oro y cadenas del mismo, diciendo que aquellos objetos eran de los que él había matado, añadiendo que si todos fueran como él ya no quedaría ningún fascista, pues ya llevaba matados más de trescientos y que el día anterior había matado a cinco, entre ellos tres sacerdotes, dos de los cuales llevaban gafas, sospechando el que declara que uno de ellos sería su hermano puesto que le acusaba. Una vez llegados al Ateneo de la calle de Lagasca y preguntar por el referido sacerdote el miliciano que estaba de guardia les contestó que ese era uno de los tres que sacó el Adolfo el día anterior para matarlo, entonces el encartado sin más explicaciones quiso retirarse requiriéndole el declarante para que le dijeses donde estaban los cadáveres para identificarlos, negándose a ello y a fuerza de rogarle le dijo que le buscara en el Cementerio del Este o en el Depósito del Hospital General, resultando infructuosas dichas averiguaciones”.
Finalmente se sabe que el 5 de octubre de 1936 fue detenido, siendo fusilado por su condición sacerdotal al día siguiente, apareciendo asesinado en el kilómetro diez -en el paraje llamado Somontes- de la carretera madrileña de El Pardo.
Seis meses después, puede leerse en un recordatorio de un funeral celebrado por el mártir, “doña Trinidad López, viuda de Alarcón, sucumbió al dolor de la muerte de su hijo. Descansó en el Señor el día 29 de marzo de 1937”.