CLAUDIO MACARRO GARCÍA
Ecónomo de Alía
Natural de Pedrosillo de los Aires (Salamanca), Claudio nació el 29 de agosto de 1884. Tras realizar sus estudios eclesiásticos recibió el subdiaconado el 23 de septiembre de 1905 y, tras el diaconado, la ordenación sacerdotal el 25 de septiembre de 1907. Entre sus primeros destinos ejerce de coadjutor en la iglesia de Santa Águeda de Burgos (1913-1917) o como ecónomo de Valdecarros, en la provincia de Salamanca. El Adelantado, diario de Salamanca, el 23 de enero de 1920, afirma “que ha salido para Valdecarros, el nuevo teniente-párroco Dr. D. Claudio Macarro García, a cuyo ilustrado sacerdote felicitamos muy de veras, por su nombramiento”. Finalmente, en el “Anuario Diocesano” de la Archidiócesis de Toledo, del año 1930, aparece con la anotación de que es extradiocesano y de que ejerce como coadjutor en Puebla de Alcocer (Badajoz) y como capellán de las Concepcionistas Franciscanas [comunidad que desaparecerá al inicio de la Guerra Civil española].
De Puebla, don Claudio, pasó a ser ecónomo de la parroquia de Alía y La Calera (Cáceres).
Según narra don Juan Francisco Rivera en “La persecución en la Diócesis de Toledo”, (1958, tomo II, páginas 336-337): «el 12 de agosto de 1936, los trabajadores del pantano de Cijara (Badajoz) irrumpieron por sorpresa en el pueblo; a ellos se unieron los frentepopulistas de la localidad y entre todos apresaron [a treinta y un vecinos], conduciéndolos en dirección al Puerto de San Vicente (Toledo). La Guardia Civil volvió al día siguiente a posesionarse del pueblo, que volvió a caer nuevamente, el 19, en poder de la columna roja, denominada “Fantasma”, siendo definitivamente liberado el 23 de agosto de 1938.
Don Claudio fue uno de los detenidos el 13 de agosto, y llevado fuera del pueblo, después de haberle paseado por las calles. Intentaron inútilmente hacerle blasfemar. Torturado, por los malos tratos de que le hicieron objeto».
Su nombre consta como fusilado con todo el grupo en Puerto.
«El templo parroquial, saqueado e incendiado, fue destinado a usos profanos: cárcel, garaje, cuadra, etc., lo mismo que los otros edificios sagrados. Se ignora si en el Sagrario estaba el Reservado en el momento del saqueo. En medio de la plaza pública se encendió una hoguera en la que perecieron el órgano, el retablo gótico del altar mayor, una obra pictórica de mérito, las imágenes y el archivo parroquial. Desaparecieron los vasos sagrados, las campanas y todos los ornamentos».