RAFAEL MÉNDEZ SÁNZ
Regente de la parroquia de Huerta de Valdecarábanos (Toledo)
Nació el 24 de octubre de 1879 en Villabáñez (Valladolid). Tras realizar los estudios eclesiásticos, recibió la ordenación sacerdotal de manos del obispo auxiliar de Toledo, monseñor Isidro Badía Serradell, el 18 de marzo de 1905. Nombrado coadjutor de La Estrella (Toledo); regente de Ontígola (Toledo); regente de Riópar (Albacete); ecónomo, en 1932, de Alía y La Calera (Cáceres); y, finalmente, c.
Se conserva un poema, en latín, titulado Iglesia Madre de octubre de 1910 y que fue publicado en “El Castellano”.
Juan Francisco Rivera Recio nos explica que en Huerta comenzó la persecución el 20 de julio de 1936, dos días después del estallido de la guerra civil. El 24 de julio los rojos se hacen dueños de los edificios religiosos: la iglesia parroquial, edificada en 1910, y una ermita, que destinan a intendencia y depósito de municiones. Este es el relato:
«Volvía el Sr. Cura de dar sepultura al cadáver de un párvulo cuando fue groseramente insultado y apedreado por un grupo de marxistas. Se destacó en el grupo una mujer que asiéndole de las vestiduras sagradas le zarandeó feroz e iracunda, conminándole s i volvía a celebrar actos religiosos. Desde este momento le fue prohibido no solamente ejercer su ministerio, sino hasta salir de su domicilio. Así recluido permaneció hasta el 2 de agosto, fecha en la cual los milicianos asaltaron la Casa Rectoral y lo condujeron a la Casa del Pueblo.
Imposible enumerar los vejámenes de que fue víctima; los ultrajes y befas se sucedieron ininterrumpidamente por espacio de varias horas, hasta que, ahítos los rojos de tanto escarnio, lo condujeron en un coche al lugar denominado “Barranco de los ladrones”, sito en las afueras del pueblo. Se desbordó entonces la furia de los asesinos, y comprendiendo don Rafael ser la hora, desplegó, por primera vez durante su martirio, los labios para perdonar a sus enemigos e hincándose de rodillas recibió la descarga de los fusiles, que puso fin a su vida terrena. Su cadáver abandonado en el campo durante varios días, fue después colocado en una pequeña zanja, rociado con gasolina y prendido fuego; los restos calcinados fueron cubiertos con tierra. Hoy reposan en el Cementerio del pueblo donde fueron trasladados -juntamente con los demás caídos- en mayo de 1939».
Tenemos ocasión, con nuestro protagonista, de volver a tocar el tema del “martirio del arte”. En “El Castellano” del 5 de junio de 1934 se da cuenta de la muerte de doña Vicenta de Mora Mortero y López: «…de vida ejemplarmente virtuosa. Era como la madre de todos sus convecinos… Por el año de 1908 mandó construir por su cuenta y en unión de su hermano don Acisclo (q.e.p.d), el capitel de la iglesia parroquial de San Nicolás de Bari, en esta villa, y al año siguiente también ayudó a pagar buena parte de los gastos que ocasionaron con motivo de la construcción de la nueva iglesia parroquial. Seguidamente, y entre ambos hermanos, mandaron construir por su cuenta la nueva ermita, joya artística de un valor incalculable, donada a nuestra patrona la Virgen del Rosario de Pastores, en unión de una valiosísima carroza, armónium, mobiliario, campanas, imágenes, vestiduras, y, por último, una preciosísima corona en oro macizo y piedras preciosas de muchísimos valor, en cuya ermita yacen los restos de los dos hermanos en un soberbio y valioso sarcófago que adre hicieron construir junto al altar mayor».
Todo desapareció, como recuerda Rivera Recio. Bajo estas líneas, dos fotografías publicadas por “El Castellano Gráfico” el 29 de junio de 1924. La ermita fue inaugurada el 16 de noviembre de 1910, diseñada y construida por Jesús Carrasco-Muñoz, contemporáneo de Gaudí.
Nuestro protagonista preside el funeral de doña Vicenta el 27 de mayo de 1934. En “El Castellano”, del 5 de junio, leemos:
«Al entrar el cortejo fúnebre en la ermita, subió al pulpito nuestro dignísimo sacerdote don Rafael Méndez y pronunció unas breves palabras (rogando un momento de silencio y una oración al numeroso público que no cesaba de llorar). Hizo el elogio de las virtudes que adornaron a la finada, enalteciendo su caridad sin límite, vigilante siempre a las necesidades de sus convecinos, a quienes amaba con amor de madre, por amor de Dios, y terminó pidiendo que la tengan siempre presente en sus oraciones».
Luis Moreno Nieto fue el director de la revista que publicó la Diputación Provincial desde 1955 hasta 1982, y que llevaba por título “Provincia”. Una de las secciones fue la de “Nuestros pueblos” para darlos a conocer, divulgar su geografía, su historia y su riqueza artística. En el cuarto bimestre del año 1959 (nº 16), leemos en la voz “Huerta de Valdecarábanos”:
«Los rojos tampoco respetaron esta ermita; profanaron incluso los sepulcros de tan preclaros hijos, que siempre tuvieron sus manos abiertas para hacer caridades. La Patrona que en ella se veneraba fue destruida, pero la piedad de estos vecinos, en el primer año de liberación, adquirió otra en sustitución de la anterior… El edificio, que también sufrió desperfectos, ha sido restaurado».
De modo que, de la iglesia parroquial «órgano, altares e imágenes, en un total de treinta, son reducidas a astillas y devoradas por el fuego; los vasos sagrados y utensilios destinados al culto, robados; los ornamentos, algunos de mucho valor, convertidos en pavesas. Sustrajeron a las cofradías sus fondos, de los que solamente parte pudieron ser recuperados. Del archivo parroquial se conservan los libros corrientes de Bautismo y Defunciones, todo lo demás desapareció, pasto de las llamas, juntamente con cuatro hermosos cantorales en pergamino con magníficas ilustraciones. Terminada la guerra se pudieron recuperar dos mantos de la Virgen, de los cuales uno está bordado en oro y es regalo de Fray Bernabé García Cezón (1834-1899), natural de este pueblo [dominico, que fue Vicario Apostólico del Tonkín Central, sucesor de san Valentín de Berriochoa]».
La foto que acompaña el artículo de hoy está tomada de la página web de la “Hermandad de la Virgen de Nuestra Señora del Rosario de los Pastores” de Huerta de Valdecarábanos (Toledo).