TARSICIO GÓMEZ FUERTES
Maestro

Natural de Pascualcobo (Ávila), había nacido el 9 de junio de 1876. Los padres de don Tarsicio fueron Manuel y Timotea. Realizados los estudios eclesiásticos en el seminario de Ávila, recibe la ordenación sacerdotal el 22 de diciembre de 1900. Fue nombrado cura ecónomo de Calabazas (Valladolid), después de Santa Cruz del Valle (Ávila); en 1906, de San Juan de la Nava (Ávila) y en 1910, de La Horcajada (Ávila). Luego de las localidades abulenses de San Miguel de Corneja y de Mesegar de Corneja. Pasa a la provincia de Toledo en 1923 cuando recibe el nombramiento de cura ecónomo de Sotillo de las Palomas, regreso a San Miguel de Corneja y, el 25 de julio de 1926 recibe se le nombra párroco de Cervera de los Montes (Toledo). Aquí permanecerá hasta su martirio el 12 de agosto de 1936.

Tomamos los datos del libro “Mártires de nuestro tiempo. Pasión y gloria de la Iglesia abulense” escrito por Andrés Sánchez Sánchez (edición de José Antonio Calvo) Ávila 2003:

«Muy lamentable la situación religiosa. Las medidas tomadas por las autoridades comunistas impedían el normal desarrollo del culto católico. Y esto, desde los primeros meses del año 1936. He podido leer sucesivas cartas del párroco al obispado. Va dando cuenta de la gravedad de la situación.

Los marxistas de Talavera de la Reina, debido a la proximidad geográfica, iban ejerciendo una eficaz y malsana influencia en Cervera de los Montes. Aun antes del 18 de julio quisieron apoderarse de la casa rectoral para convertirla en casa del pueblo.

“Yo me fui a Talavera -escribe don Tarsicio al señor Obispo con fecha del 19 de abril de 1936- para decirles a mis sobrinos lo que ocurría: y no querían que volviera. Pero eso me parece una cobardía y, por tanto, aquí estoy otra vez en la brecha, preparado a lo que Dios disponga. Tal vez, a ser víctima…”.

El 28 de junio volvía a escribir: “Es imposible que V.E. se haga cargo de las horribles blasfemias que vomitan. A mí me dan ganas de llorar”.

Dos días después escribe: “Si V.E. no dispone de otra cosa, decido permanecer aquí hasta que Dios quiera, y ofrecer mi vida, si fuera necesario, para la gloria de Dios, y no abandonar a mis feligreses… Anoche estaba imponente la plaza… Yo creo que alguna noche nos degüellan, si esto no cambia…” (páginas 118-119)».

[Las cartas se las dirigía a monseñor Moro Briz que no llevaba ni un año en la diócesis de Ávila].

Continua Andrés Sánchez en su martirologio abulense que «de la lectura de estas cartas fácilmente se deduce la efervescencia revolucionaria que existía en Cervera de los Montes. También aparece bien manifiesta la entereza de ánimo y abnegada disposición del señor cura, don Tarsicio Gómez. Reflejan muy a las claras la situación. Quienes me prestaron su declaración, durante mi recogida de datos en el pueblo, coinciden por completo en el contenido de las cartas.

A partir del 18 de julio de 1936, la tormenta revolucionaria y antirreligiosa se desencadena brutalmente. Ya no había diques que la contuvieran. Las consecuencias no se harían esperar. Tanto en las cosas sagradas como en lo referente a la persona del sacerdote.

La iglesia parroquial quedó incautada por los rojos. Al principio ninguna profanación ni saqueo. Esperaron hasta la fiesta principal del pueblo: San Roque, el 16 de agosto.

Ese es el día elegido para destrozar las imágenes, previamente profanadas. A la imagen del Santo Cristo le colocan un puro en la boca. Siguen groseras burlas en la plaza. Destrozada, aparecería después su cabeza tirada en un pozo.

Sacada al campo una imagen de la Virgen, terminaría también destrozada, me informó uno de los testigos. Guarda con veneración unas astillas de la venerada imagen.

El mismo día de San Roque, patrón de la parroquia de Cervera de los Montes, tuvieron la ocurrencia de “fusilar” a la imagen del santo. Otras varias fueron quemadas.

Cinco retablos había en la iglesia parroquial. Todos fueron destruidos por los comunistas. El órgano, también destrozado. La iglesia, convertida en cárcel. En alguna ocasión serviría también como salón de baile. En un ambiente de sacrílega profanación.

En el libro noveno de difuntos en el archivo parroquial se lee:

“El párroco de esta iglesia, don Tarsicio Gómez Fuentes, murió vilmente y cobardemente asesinado por la chusma revolucionaria en el puerto de Mijares, el día 12 de agosto de 1936”.

Podemos, pues, suponer que su entrega a la voluntad permisiva de Dios continuaría siendo total, en el momento cumbre de su muerte violenta (páginas 119-121)».