Coadjutor de la parroquia de Santa María de Illescas (Toledo)

 

Hablar de Illescas (Toledo) es hablar de la Virgen de la Caridad. Según los historiadores, la talla primitiva debió pertenecer a San Ildefonso, cuando era arzobispo de Toledo, ya que en el año 636 funda en esta localidad un monasterio de la orden de San Benito, donde coloca la imagen de la Virgen.

Con el transcurso de los siglos llega a Toledo, el Cardenal Francisco Jiménez de Cisneros (1436-1517), que pertenecía a la Orden Franciscana, tercer Inquisidor General de Castilla. Isabel la Católica tuvo en Cisneros no sólo un confesor, también un consejero. Se sabe que bajo sus vestiduras llevó siempre el humilde hábito franciscano. Cuando el Cardenal Cisneros visita la villa de Illescas, el monasterio de San Ildefonso debía estar en ruinas, por lo que se pasó la imagen de la Virgen, a la capilla del Hospital de la Caridad que acababa de levantar el Cardenal. La Virgen que hoy se admira en el Santuario es una talla del siglo XIX, pero se conserva una más antigua, posiblemente del siglo XIII.

El “Anuario diocesano” editado el año 1930 al hablar de los pueblos y ciudades que componían por entonces el Arzobispado de Toledo, de una extensión superior a la actual, nos recuerda que por entonces los pueblos de Illescas y Yeles tenían un párroco común. Y tenían una población de 2.050 habitantes el primero y de 400 el anejo. La “Guía Diocesana” del pasado año dice que Illescas tiene 17.312 habitantes y Yeles 3.665 habitantes: ¡un cambio bastante considerable!

El Anuario recuerda que la villa de Illescas cuenta con la parroquia de Santa María, que tiene “una notable torre mudéjar”; el Santuario de Nuestra Señora de la Caridad y el Convento de las religiosas Franciscanas (Convento de la Purísima Concepción de las Concepcionistas Franciscanas). Illescas contaba con tres sacerdotes: el párroco, don Lope Chirón y Gómez, y dos coadjutores, el Siervo de Dios Tomás Alonso Fernández, que además era capellán del Santuario y el Siervo de Dios Ángel Baraibar Moreno, capellán del convento. El párroco “que logró salvarse gracias a la ayuda de Dios y a la su gran presencia de ánimo”, dice de sus coadjutores que “murieron como verdaderos defensores de la fe”. Sucedió el 11 de agosto de 1936.

El 12 de marzo de 1938, todavía faltaba un año para el fin de la guerra civil, el delegado apostólico del Santo Padre en España, Monseñor Ildebrando Antoniutti desde San Sebastián envió una circular a todos los obispos españoles -estuviesen en cualquiera de las zonas en las que se dividía el territorio nacional o exiliados en el extranjero- donde se hablaba «sobre la redacción de una monografía, en que se refiriesen, en forma autorizada y verídica, los daños de todo género, causados por la revolución en cada una de las diócesis españolas». Y para encarrilar la subjetividad de cada uno de los obispos se predeterminaba el cuestionario, con el título «Relación de los hechos ocurridos con motivo de la guerra por el levantamiento cívico-militar de 18 de Julio de 1936. Diócesis de...».

Tres años después, Gaetano Cicognani, que ocupó la Nunciatura el 18 de junio de 1938, será quien recoja los cuestionarios. En dichas relaciones se detallaban en cinco apartados (Cuestiones generales, personas, cosas sagradas, otros bienes de la Iglesia y culto) todo lo referido a la persecución religiosa.

Don Lope Chirón y Gómez firma la documentación de la parroquia de Santa María de Illescas el 1 de junio de 1938. Aunque con fecha de 30 de diciembre de 1936 ya contamos con una “contestación a las circulares nº 1, nº 2 y nº3”.

Cuando en las “Cuestiones generales” del informe de 1938 el párroco expone lo vivido por él, escribe:

  • Antes de la guerra “el simple hecho de ir a la iglesia y cumplir con los deberes religiosos era algo heroico; siendo sacerdotes y católicos constantemente vejados por la juventud envenenada”.
  • “Se hicieron registros en casa del párroco y demás personas destacadas por su catolicismo, procediendo a su inmediata detención y encarcelamiento. Suspendieron todos los actos del culto poniendo guardia permanente al párroco para que nadie pudiera visitarle, ni comunicar con él. En las listas negras figuraban el párroco, coadjutores y…”
  • “El párroco… se salvó por verdadero milagro marchándose a todo riesgo a su pueblo natal y los otros menos decididos fueron vilmente asesinados…”

    Toda su familia procedía de la provincia de Navarra (Beorburu, Asiain, Villafranca y Caparroso). Su padre don Narciso Baraibar Irurita fue un distinguido pedagogo, profesor numerario de la Escuela Normal Superior de Maestros y auxiliar de la de Maestras desde 1891. Se casó con Dolores Moreno Labarta. Aparece como profesor de la Normal en Puerto Rico donde nacerá su hijo Ángel, el 7 de septiembre de 1891. Ese mismo día fallecerá la madre, que tenía 39 años. Cinco meses después era bautizado en la parroquia de Santa María de los Remedios de San Juan de Puerto Rico. Fue su madrina, dice la partida de bautismo “doña Feliciana Moreno, a quien advertí el parentesco espiritual y sus obligaciones”. Este mismo sacerdote, casará el 20 de septiembre de 1898 en segundas nupcias a Don Narciso con la madrina, hermana de su difunta esposa. Sabemos que después, regresaron a España y que Ángel, tras sus estudios de teología, fue ordenado el 8 de abril de 1916. El 14 de junio de 1916, informa “El Castellano” que el Cardenal Guisasola nombra a don Ángel Baraibar Moreno, coadjutor de Illescas y Yeles, y capellán de las religiosas franciscanas de Illescas.

Así que, cuando estalla la guerra civil, don Tomás llevaba casi treinta años en Illescas y don Ángel, veinte.

Cuando estalla la persecución religiosa en los días de la guerra civil los dos sacerdotes fueron sacados de sus casas por una banda de malhechores del pueblo y de las milicias marxistas de Madrid y trasladados al lugar de la ejecución, en unión de otras seis personas de las más conocidas por sus ideas religiosas.

Don Tomás a pesar de ir en coche, presintiendo el fin que le esperaba, desde su prendimiento hasta que se consumó el sacrificio, estaba tan abatido que por momentos se ahogaba, lo que advertido por los criminales lejos de moverles a compasión, sólo sirvió para que le colmaran de improperios, faltándole al respeto los que más tenían que agradecerle. “¿Quieres agua?, le dijeron al pasar por una fuente. Ahora te la daremos en metralla”. Y como era un excelente músico y mejor cantor, le decían: “Ya no cantarás más, ni celebrarás más fiestas de Infanzones”.

Sigue recordándonos don Lope Chirón, en su declaración del 30 de diciembre de 1936, que don Tomás llevaba treinta y dos años en Illescas y que todo su patrimonio lo había gastado en obras de caridad… que vivía en el Hospital-Santuario, en la casa que le correspondía como capellán. El 20 de julio al iniciarse el movimiento revolucionario se trasladó a una pequeña casa.

obre don Ángel, el párroco intenta transmitirnos que “padecía de nervios”, y lo hace como si se tratase de una tara familiar aludiendo a su madre y a su hermana. La referencia que hace sobre que su madre muere trastornada resulta ser errónea, puesto que nuestras investigaciones como ya quedó dicho muestra documentalmente que su madre murió el mismo día que dio a luz a su hijo. Luego cuando habla de madre sería en realidad madrastra, y eso sí, tía carnal. Respecto de una hermana hemos podido comprobar que en diario “El Castellano” de 29 de septiembre de 1926 se informa de Pilar Baraibar Moreno, vecina de Illescas y hermana suya, ha sido ingresada en el manicomio.

Evaluando la tensión emocional del momento de la detención y lo que declara el párroco sobre que don Ángel “se esforzaba por demostrar que era un simple oficinista y que estaba dispuesto a hacer ladrillos, ya que en Illescas existe una fábrica de ladrillos…” En ese momento sabemos que un miliciano dándole una manotazo en la cabeza, tras quitarle la gorra con la que se cubría dejó al descubierto la tonsura, mientras le decía: “-¿Y esto que llevas aquí?”, señalando la coronilla. Una vez más, aclaramos que lo determinante es la intención del que asesina: “-Te mato, porque eres cura”. Si por un posible golpe al bajarse del coche o por su heredara demencia hace estas declaraciones… lo absolutamente claro es que fue asesinado por motivo de ser ministro del altar.

Sea como fuere, un año y medio después, en la documentación oficial firmada por don Lope el 1 de junio de 1938 afirma en el apartado II (sobre las Personas) en el título 2: “Ambos fueron asesinados al filo de la media noche del día 11 de agosto de 1936 en la carretera de Madrid a Toledo, más bien en dirección a este último punto y como a unos quinientos metros de Illescas. Fueron muertos a tiros de fusil, siendo una mujeruca la que les dio el tiro de gracia. Murieron como verdaderos defensores de la fe. Están sepultados en el Cementerio de esta villa”.

Convento de las franciscanas

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