ELOY SERRANO Y DÍAZ-MAYORDOMO
Párroco de Santa Olalla (Toledo)

Natural de La Solana (Ciudad Real), había nacido el 6 de febrero de 1898. Cuando recibe la confirmación en 1909, la familia está residiendo en Toledo. Curso los estudios eclesiásticos en el Seminario de Toledo. El 27 de junio de 1920 recibió la ordenación sacerdotal de manos del obispo auxiliar, monseñor Juan Bautista Luis Pérez, y celebró su primera misa el 9 de julio en la iglesia del convento de religiosas franciscanas de San Juan de la Penitencia de Toledo. Fue padrino un tío suyo, don Gabriel Diez-Mayordomo que era Secretario de Estudios del Seminario Conciliar de San Ildefonso de Toledo. Y también lo fue el beato Miguel Amaro.

Ejerció el ministerio en Yuncler (Toledo) de 1920 a 1933. De una noticia dada por “El Castellano” sobre una misión en Cabañas de la Sagra (Toledo) se dice del siervo de Dios: “los sermones han estado a cargo de don Eloy Serrano, que elocuente y persuasivo ha logrado convencer a su numeroso auditorio… realizando una labor imposible de reseñar y cuyo mayor elogio consiste en los copiosísimos frutos obtenidos…”. Más adelante insiste que “predicó don Eloy Serrano, que estuvo como siempre acertado, feliz y elocuente”.

En 1933, el siervo de Dios pasó de Yuncler a Santa Olalla (Toledo), como regente, puesto que el párroco era don Mariano Ruiz García. En febrero de 1936, contado con setenta y tres años, marchó a Alcubilete (Toledo) en febrero de 1936, donde sufriría cruel martirio en el mes de agosto de ese funesto año.

En el Archivo del Arzobispado se conserva una carta de febrero de 1936, en la que tras informar de la victoria de las izquierdas, señalaba su difícil posición. Por una parte, estas querían recoger firmas para que regresara el anterior cura, que pensaban les había votado. Por otro, creía prudente pasar tres o cuatro días fuera, mientras pasara el Carnaval. Afirma Miguel Ángel Dionisio en su obra El clero toledano en la primavera trágica de 1936 (Toledo 2014, pág.89) que: “como podemos observar, existía un temor generalizado a que los excesos de dichos días se volvieran, más que en otras ocasiones, contra la Iglesia”.

Finalmente el siervo de Dios tuvo “que ausentarse nuevamente de su parroquia por motivos de prudencia, marchando a su pueblo de La Solana, en Ciudad Real; desde este escribía a Modrego para comunicárselo. En La Solana no se tocaban campanas, ni hacían entierros a cruz alzada, habiendo cerrado un colegio de religiosas, aunque con los sacerdotes no se metían y menos con los hijos del pueblo.

Cuando don Eloy estaba dispuesto a volver a Santa Olalla le escribieron un telegrama para decirle que suspendiera el retorno. Asimismo le escribieron para comunicarle la situación del pueblo, instándole a no volver aún, hasta que llegara la Guardia Civil, que se esperaba pronto y se pasaran los conflictos sociales que, con motivo de la siega, se estaban planteando esos días. Gregorio Modrego le instó a que regresase en cuanto pudiese y el siervo de Dios así lo hizo, encontrando la parroquia “solo regular”.

El 30 de junio el coadjutor de Santa Olalla, Julián Arroyo Torralba, escribía a la Secretaría de Cámara (del Arzobispado de Toledo) acerca de la necesidad de que el regente, ausente del pueblo, no regresara al mismo aún, y permaneciera en el suyo natal, La Solana (Ciudad Real). Su consejo era que esperara a ver si cambiaban el personal del Ayuntamiento, para que, en este caso, imponiendo su autoridad junto a la del puesto de la Guardia Civil, pudiera renacer la calma en el pueblo, pero de momento había que desistir, pues durante el tiempo en el que el cura estuvo en su casa todo estuvo tranquilo, en relación al clero, pero en cuanto regresó el 3 de junio la juventud socialista empezó a mostrar su disgusto, con los incidentes de la noche del 6 al 7 de junio, no volviendo a haber problemas desde el momento en el que don Eloy se marchó. El coadjutor temía que si volvía “le armarían alguna que nos sirviera de mucho disgusto a todos y hasta que intentarían (acaso) no sé qué, porque donde no hay temor y respeto a Dios, no se respeta nada”.

El sacristán, Sebastián Recio, había escrito a Eloy Serrano para contarle algunas cosas del pueblo y aconsejarle que esperara aún. El siervo de Dios escribía, a su vez unas letras al Arzobispado, curiosamente con la misma fecha del 30 de junio de 1936. En ellas decía que “el que escribe es el sacristán, creo que persona muy sensata, secretario del juzgado muchos años…”.

La carta del sacristán lleva fecha de 28 de junio. Y comienza excusándose por no haberle dicho nada. “Estas líneas son para contarle algunas cosas de lo que por aquí ocurre”.

El sacristán de Santa Olalla, Sebastián Recio, había escrito a Eloy Serrano: “En cuanto a la Iglesia no se han vuelto a ocupar, si bien nos amenazan a diario con quitar los badajos de las campanas para que no toquen, aún eso no ha llegado, en cuanto a lo demás para nada se ocupan, si bien hay que estar alerta siempre, sobre todo en los toques que yo soy el encargado de hacerlo.

La cuestión local: Cada vez más bestias, aún ni se ha empezado a segarse por lo tanto la cosecha en su mayoría sin segar, cayéndose las cebadas y algarrobas, y cada vez más dificultades para recogerlas, hemos lanzado a nuestros hijos al campo y ellos son los únicos que recogen algo.

Autoridades: Con el cambio de Gobernador hemos ganado mucho, ya no existen o no vemos las Juventudes Socialistas uniformadas por la calle, ni manifestaciones como antes, pero siguen andando y con ganas de temas todos los días puesto que no se les reprime en sus muchos desmanes; en cuanto al Alcalde tengo entendido que dura poco tiempo, pues según noticias ha sido muy apercibido por el Sr. Gobernador tanto el como el Secretario; ya tenemos aquí la Gª Civil y como Jefe de la fuerza un Brigada… La situación en esta provincia es muy delicada…”.

Don Eloy ya no volvió a Santa Olalla. Tres fueron los sacerdotes asesinados en La Solana (Ciudad Real) el 2 de noviembre de 1936. Cuando don Antonio Espadero y Morales, coadjutor de Villanueva de los Infantes (Ciudad Real) fue detenido en el domicilio de su madre y conducido a la Checa de las Monjas de La Solana, ya están detenidos don Alfonso Martín de las Mulas Moya, capellán del Asilo de La Solana y el párroco de Santa Olalla, don Eloy, preso desde el 10 de octubre.

Así pues, en la primera hora del 3 de noviembre fueron los tres conducidos hasta las tapias del cementerio de Membrilla (Ciudad Real) donde los fusilaron. A don Antonio le descerrajan tres disparos en la cabeza… Los cuerpos fueron hallados en el Km 7 de la carretera de La Solana a Manzanares... Según los testigos “los tres sacerdotes rezaban oraciones y entonaban cánticos religiosos y aclamaban a Cristo Rey”.

Se conserva una colección de fotografías con el grave destrozo sufrido por el patrimonio religioso del pueblo toledano de Santa Olalla.

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