PABLO HERAS MARTÍNEZ
Párroco de Puebla de Almoradiel

Nació en Alcohujate (Cuenca) el 4 de enero de 1876. Recibió el orden sacerdotal en 1897. Fue nombrado profesor del Seminario de Cuenca, y en 1902, profesor del colegio de Uclés. Después de ejercer el ministerio en diferentes parroquias, desde 1907 era párroco de Puebla de Almoradiel, pueblo de la provincia de Toledo que pertenecía a la diócesis de Cuenca.

Tuvo que abandonar la casa rectoral en julio de 1936. Algunos días después, fue encerrado en la checa del Egido, donde sufrió un trato cruel durante mes y medio, con golpes, insultos, sarcasmos y toda clase de tormentos clavándoles agujas y alfileres. A pesar de ello, sufrió todo con edificante serenidad y resignación, alentando a todos los encarcelados al martirio por la gloria de Dios y el bien de España y confortándolos con el sacramento de la penitencia.
Murió asesinado el 26 de septiembre en el cementerio de Tembleque (Toledo).
 
El Martirologio de Cuenca, que lleva por subtítulo “Crónica diocesana conquense de la época roja”, fue escrito por Sebastián Cirac Estopañán (Barcelona, 1947). En él debemos buscar los datos de la parroquia de Puebla de Almoradiel, puesto que en los días de la persecución religiosa dependía de la diócesis de Cuenca.
Dicha parroquia pertenece al arciprestazgo de Quintanar de la Orden. Por entonces, contaba con nueve parroquias. Actualmente son siete las que forman el Arciprestazgo de Quintanar de la Orden (Cabezamesada, Corral de Almaguer, Miguel Esteban, La Puebla de Almoradiel, Quintanar de la Orden, El Toboso y Villanueva de Alcardete).
Cirac afirma que “el aspecto general de la vida pública de este pueblo, hasta febrero de 1936, era admirable por el orden, el trabajo y la vida austera de la mayoría de la población, profundamente religiosa y patriótica. La piedad, que se fomentaba en los hogares como parte más importante de la vida y de la educación, se exteriorizaba públicamente en la asistencia al culto divino y en el esplendor de las siguientes asociaciones muy florecientes: Jueves Eucarísticos, Marías de los Sagrarios, Apostolado de la Oración, Adoración Nocturna, Hijas de María, Cofradía del Carmen…”.
Desde las elecciones de febrero de 1936 se instauró un sistema de terror contra las organizaciones y personas católicas. Sumado a la complicidad de las autoridades republicanas de la provincia y de la nación, la concentración de la Guardia Civil en Toledo, la propaganda impía y disolvente importada de fuera “hicieron posible la más inesperada transformación de este pueblo, antes bueno y laborioso” y la perpetración de los más inimaginables desmanes, desde el asesinato en plena calle, hasta la violación de honradas mujeres”.