La sangre de mártires es semilla de cristianos: así lo dice el pueblo de Dios y así lo confirma la historia, desde el Mártir del Calvario y su Madre Dolorosa (precedidos en el tiempo por los mártires bíblicos), hasta los miles de misioneros y de cristianos que en este nuestro siglo XXI han derramado su sangre por Cristo, a manos de los enemigos de la fe. Hacía falta una obra que recogiera los más significativos héroes del amor a Cristo, los mártires de ayer y de hoy. Y ya la tenemos en las manos, debido al esfuerzo y dedicación eclesial de los hermanos sacerdotes Octavio y Rafael María López Melús, carmelita. Después de tratar sobre el sentido del martirio cristiano, que tiene en Cristo su máxima expresión, seguido de su Madre María y figurado en los mártires del Antiguo Testamento, la obra entra en la historia de los mártires que, a ejemplo de Cristo y de los testigos de su amor, derramaron su sangre: -en el siglo I: Juan Bautista, Esteban, los apóstoles, los protomártires de la Iglesia de Roma, el papa San Clemente. -mártires antiguos, de los siglos II-VI, desde San Ignacio de Antioquia y San Policarpo hasta Santa Inés y San Hermenegildo. -mártires medievales, de los siglos VII-XIV, como los santos Pelayo, Wenceslao, Tomás Becket, Pedro Mártir de Verona y otros. -mártires modernos, de los siglos XVI-XIX, como los santos Juan Fischer y Tomás Moro, los de la Revolución Francesa, los de Corea, Uganda y Nagasaki, entre los que había tantos misioneros españoles. -mártires del siglo XX, desde Santa María Goretti hasta los mártires del horror nazi y de la persecución religiosa de 1936-1939 en España. La fortaleza de los mártires, donde Dios a ellos y a su Iglesia, robustece nuestra fe y enardece la esperanza: por más que se empeñen los hombres en destruir la Iglesia, el poder del infierno no la derrotará, según la promesa de Cristo (Mt. 16, 18).
