
Montero García, Natalio
- Párroco de Santa María Magdalena de Villarta de los Montes (Badajoz)

Nació el 1 de diciembre de 1874 en Consuegra (Toledo). Después de realizar sus estudios eclesiásticos, fue ordenado sacerdote, el 31 de agosto de 1902, de manos del beato Ciriaco Mª Sancha.
El siervo de Dios Natalio Montero después de sus primeros nombramientos fue destinado como cura párroco de Santa María Magdalena de Villarta de los Montes (Badajoz). Conservamos este manuscrito, firmado el 15 de febrero de 1913, avalando un trabajo de investigación del médico del pueblo, el doctor Blas Torrelo López.
Se trata de una memoria acerca de una epidemia gripal-palúdica observada en dicha villa durante los meses de abril a julio de 1912, por el médico titular de la misma y escrita para optar a uno de los premios Calvo y Martín de la Real Academia de Medicina. Escribe don Natalio que como cura párroco:
«Certifico: Que en el tiempo que llevo desempeñando mi sagrado ministerio en este pueblo, he observado que don Blas Torrelo López, natural de Valencia, vecino de esta villa con cargo de médico titular de la misma, de cuarenta y seis años de edad, estado casado y con ocho hijos de familia, ejerce su cargo con espíritu de caridad verdaderamente evangélica, poniendo en peligro en muchas ocasiones no solamente su salud, bastante quebrantada, sino la de su numerosa y queridísima familia, supuesta la índole de algunas enfermedades, las malas condiciones higiénicas de las viviendas y ropas de los enfermos y más que nada la abnegación y exquisita diligencia en sus continuas visitas y tratamientos».
APÓSTOL SOCIAL
En El Castellano, del 6 de octubre de 1916, leemos como titular Nuevos Sindicatos. Villarta de los Montes.
«Tenemos noticias de que ha quedado constituido un nuevo sindicato en Villarta de los Montes, que, a juzgar por el entusiasmo que su fundación ha despertado, promete ser uno de los más florecientes. Difícil ha sido la obra. Enconos políticos, la usura, la desconfianza, la división, todo se ha conjurado para estorbar la creación del nuevo organismo, pero toda ha triunfado, aunque no sin lucha; sin amarguras, con una constancia admirable y casi heroica del párroco don Natalio Montero García. Ayúdale en su tarea de despertar a las conciencias dormidas su hermano el celoso padre franciscano, fray Mariano Montero.
Pero en lugar de surgir el Sindicato católico, surgieron dos asociaciones, con fines idénticos de mutua ayuda y defensa, pero rivales entre sí. No se desanimó el Sr. Montero García. Desafiando murmuraciones y devorando amarguras, emprendió larga labor de propaganda en privado y en público, en conversaciones y en conferencias.
Al fin su palabra, su ejemplo y su entusiasmo triunfaron. Al final de una conferencia, las dos sociedades rivales se unieron… y el Sindicato estaba virtualmente hecho. Dos conferencias magistrales, magnificas, acogidas con entusiasmo delirante, pronunciadas por el padre Correas, acabaron la obra. El Sindicato quedó constituido. Nuestro párroco había triunfado en toda línea.
Mucho ha trabajado; pero cuando al regresar de Herrera del Duque, acompañado del padre Correas, halló a más de 300 vecinos que a un kilómetro del pueblo, aguantando el agua y el viento, le esperaban para escuchar la palabra de tan insigne propagandista, debió de sentirse bien pagado de todos sus trabajos y amarguras. Cuando un Sindicato cuenta con un hombre del temple del Sr. Montero García, triunfa necesariamente. Así lo esperamos firmemente».
Dos años después, el 20 de mayo de 1918, cuando en El Castellano se publica la lista con la Provisión de curatos vacantes en la archidiócesis de Toledo, cuyos nombramientos dice “han sido firmados esta mañana”, leemos en el apartado de curatos de ascenso que don Natalio es destinado a la parroquia de Calera (Toledo).
De allí, regresa nuevamente a tierras extremeñas para ejercer de párroco de Herrera del Duque (Badajoz). Con motivo de unas jornadas marianas en su antigua parroquia de Villarta se lee en las crónicas: «… durante la Salve y con elocuente palabra, habló a sus ex feligreses el párroco de Herrera del Duque, don Natalio Montero García, manifestando en sentida plática su amor por el pueblo de Villarta y su patrona Virgen de Ntra. Sra. de la Antigua» (El Castellano, 19 de septiembre de 1924).
En otra noticia del Boletín Oficial del arzobispado, publicada el 29 de marzo de 1928, para los nuevos nombramientos, don Natalio es destinado como ecónomo de Garbayuela (Badajoz), sin residencia. Finalmente, en el curso 1929-1930, se le envía de ecónomo a la parroquia de Fuenlabrada de los Montes (Badajoz), hasta que llegue su martirio.
Sobre las dificultades económicas durante la Segunda República
Ejemplo de lo que sobre este tema acontecía en la vida de muchas de las parroquias de la archidiócesis y, especialmente, en los pueblos que sufrían el ahogo económico es esta carta que se conserva en el Archivo Diocesano de Toledo Está fechada el 1 de abril de 1932, y don Natalio se dirige al obispo vicario capitular, monseñor Feliciano Rocha Pizarro, exponiéndole las siguientes dificultades.
«A su debido tiempo nombré la Junta económica parroquial y recibidos los talones de suscripciones salieron a repartirlos por el pueblo. Las negativas, desprecios y hasta amenazas que recibían les obligaron a suspender el reparto y a renunciar el cargo. Varias veces he mandado al sacristán a recoger los pocos talones repartidos y me ha contestado: «prefiero no cobrar nada y pasar hambre, antes que exponerme a un compromiso grave». Este pueblo está gobernado por anarco comunistas… Y las pocas personas de orden que están fuera de la Liga, es tal el miedo que las domina que hasta se privan de hablar conmigo. Continuamente nos están amenazando con prender fuego la iglesia y repetir la tragedia de Castilblanco, y bajo esta amenaza comenten toda clase de abusos. Se niegan a pagar los derechos parroquiales, sobre todos los entierros. Suscripciones no hay ninguna. Sin compromiso me dan aceite y velas para el Santísimo, y asean la iglesia. El sacristán, siete de familia, no ha cobrado en este trimestre nada más que 0,25 diarios que yo le abono para que me ayude a misa. Y no ha dejado de asistir a todo. Las colectas que he mandado a esa desde que estoy en este pueblo, han sido mías, aunque siempre las he mandado a nombre de la parroquia. Mucho he trabajado para que cooperen al sostenimiento del Culto y Clero, ya ve lo que he podido conseguir. Y creo que obligarlos más sería expuesto. Lamento no cooperar al fondo diocesano y que otros compañeros trabajen para mí, pero por hoy en este pueblo no puedo hacer otra cosa. Dios N. Señor conceda a S. E. pronta y completa salud, como le suplico en mis pobres oraciones para que nos guíe en los días difíciles a que hemos llegado» .
MESES DE DETENCIÓN Y MARTIRIO
Cuando, finalmente, estalle la guerra civil española el siervo de Dios Natalio Montero fue detenido el 20 de julio de 1936, al terminar de celebrar la santa misa . Fue conducido al Juzgado Municipal, permaneciendo preso en este lugar, en la iglesia y en otros edificios de la localidad hasta el 2 de septiembre. Sus compañeros de cárcel testimonian su vida de oración y sus indicaciones de que era «necesario preparar el alma, porque seguramente nos matarán». Prometiendo concederle la libertad, los carceleros consiguieron que les entregase una cantidad de dinero. Pero él continuó en la cárcel.
Por fin, en la madrugada del 2 de septiembre, penetraron en la cárcel algunos milicianos, donde don Natalio se encontraba con otros cuatro vecinos. Al ver que eran atados unos con otros, todos se dieron cuenta de que era llegado el momento. Subidos los cinco y los milicianos acompañantes a una camioneta, fueron conducidos a dos kilómetros del lugar, a un sitio denominado Portezuelo. Durante el trayecto, el sacerdote insistía ante los verdugos: «Contentaos con mi muerte y, si queréis, con la de este anciano (se refería a uno de los detenidos, septuagenario), pero de ninguna manera habéis de matar a estos hombres jóvenes, padres de familia». Sus súplicas eran contestadas con golpes de fusil, que terminaron fracturándole una pierna.
En el mencionado lugar, en la madrugada del 2 de septiembre, fueron fusilados los cinco detenidos. En el mismo día, sus cadáveres recibieron sepultura en el cementerio municipal.